jueves, 16 de enero de 2014

ABORTO

              Entrañas de madre expectante, dudosa, con latidos acelerados en la inquietud del silencio.
            Voluntario deseo de la vida que en el seno se pronuncia haciéndose figura. Débil poder del nonato en seguir formando parte del amor placentero de una hora cualquiera.
            Tristeza inmersa en dolor su fugaz boceto de vida cuando lo deseado se pierde. Tristeza inmersa en dolor cuando lo no deseado aparece en diminuto abrazo solitario. Lágrimas embargadas de temor precisamente por esa inmadurez que se asusta ante la grandeza de un ser pequeño latiendo al unísono con su mismo corazón. Juventud quebrada o madurez despistada, dilema de responsabilidad.
            Arrojar fuera sentimientos, ocultar frivolidades, seguir la senda del hedonismo señoreando la libertad y dominio poniendo límites donde precisamente se rebasan los límites de la dignidad personal y social, pretendiendo acallar lo que la naturaleza siempre sabia regala, dándolo por baladí, carga, responsabilidad.
            Los ríos siguen su curso hacia el mar y en sus márgenes quedan regatos de sus aguas, pero nunca vuelven a ser ellos mismos en los cauces que quedaron atrás. Marchita queda la flor si arrancamos sus pétalos, sólo las de plástico o tela parecen seguir igual con su belleza falsa.
            Aborto, sociedad que frustra el futuro, que rompe el hilo conductor de la vida apoyando a la oscuridad del desatino.
            Mujer dotada para procrear, recrea tu vida pero asegura que tu cuerpo no sea una tumba abierta; que el vocerío de la calle no detenga ni amedrente tus sentimientos más íntimos si unos bracitos se están formando para abrazarte. Las leyes, las ideologías, sólo sirven para orientarte, no son tu cuerpo, pero tu bebé sí. ¡Empieza a quererte y a quererlo!, lo demás merece la pena, arriésgate.

            Chindas, hoy el tema no lo entiendes ni lo comprenderías por eso te dejo al margen.

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