jueves, 30 de abril de 2015

¡ADIOS, ISABEL!

        Hace pocos días te despedimos con el ánimo entristecido. Un nuevo horizonte acogió la bondad acumulada en tus 84 años, dejándonos a todos tus vecinos el regalo de la amistad, el gozo de tu presencia siempre dispuesta a ayudar llenando de cordialidad los encuentros.
            Años vividos en la sencillez del día a día, aportando al pueblo tu caminar ligero, tu sonrisa amable y llena de ese carisma tuyo de cercanía. Añoranzas de infancia asomaban a tus hermosos ojos en estos días finales. Cuantas anécdotas y vivencias se agolpaban en tu mente haciéndonos recrear en ese pasado que, como tú, descansa en otro cielo.
            Una vela encendida, a los pies de la Virgen, era tu exigencia piadosa. Luz de fe amasada en la herencia familiar, afianzada con los años por el sosiego de saberte escuchada. Avemarías de retórica con anunciación de fondo. Glorias coreando el sentir profundo de tu corazón.
            Sí, Isabel, tu memoria se nos hace grande por el cariño recíproco. Las ventanas de tu casa siguen cerradas proclamando tu ausencia, pero nuestra mirada las traspasa y ahí te ve puliendo y dando brillo a los objetos. Ahora tu morada celeste está llena de reencuentros, familiares, amigos, nuevos "vecinos" abrazando la plenitud compartida.
            Observo la llama del cirio, que en tu honor sigue encendido en el lugar tan tuyo de la Inmaculada, parpadea y amaga con apagarse pero recobra energía y una aura dorada refleja sentimientos retenidos. Pisadas imborrables serán tus huellas en la calle, agua clara manando en la fuente que gozó de tus manos cálidas sujetando el grifo. Pureza de intenciones y hechos, muchos hechos, dando vida a esta soledad. Tu hermano y sobrinos abrigándote en los días de dolor. Ejemplar cariño.

            Decirte adios, Isabel, no es una despedida, es un abrazo de futuro reencuentro. Las flores se renuevan y gritan plenitud con sus colores, las lágrimas desaparecen cada primavera y una nueva alegoría surgirá de tu recuerdo. No nos olvides.

viernes, 24 de abril de 2015

DÍA DE LA COMUNIDAD DE CASTILLA Y LEÓN

             Embutidos en recuerdos históricos, mi querido Chindas, vamos a dedicar nuestros pensamientos escritos a este día 23 de abril. 
Día de la Comunidad y Día del Libro = Libertad.
            Si los próceres hablaron dando sus vidas en pro de la dignidad castellana, su salida de la indigencia a la que el imperialismo sometía, es justo rememorar su hazaña dando vencimiento a la derrota.
            Páginas de historia llenas de dolor, libro escrito batallando, derramando sangre. Furia prepotente que sacrificó generaciones de débiles niños, madres abrazando y ancianos de ojos llorosos. Padres con el corazón lleno de deseos de justicia y paz, luchando por el bien común de Castilla y su dignidad como españoles. Avasalladoras huestes con ansias de poder absoluto pisotearon los campos y la vida. Presente sin futuro para campesinos sencillos.

Rebeldía del hambre y los harapos,
trono vencido por la locura.
Ansiedad malsana del poder dominante,
lucha ciega de espadas y caballos.
Campos vestidos de sangre y esperanzas,
casas en ruinas convertidas.
Llanto, mucho llanto, inundando el suelo;
despojos de vidas mirando al cielo.

            Siglos han pasado de esta guerra castellana; vencida la libertad, las tierras vuelven a resurgir en sus cosechas con la herida abierta de la derrota. Llaga cerrada por la igualdad posterior, por la superación y la cultura. El suelo de Villalar (Valladolid) sostiene festiva danza de gratitud. Sin colores por ideal político, los homenajes a aquellos líderes se suceden. Bandera regional en un asta anclada llama a la unidad y la concordia. El paño morado del recuerdo ondea hermanando. Ganaron la batalla, hoy se ve, siendo derrotados.

            El Libro, en manos ávidas de su lectura, recrea el paladar con su mensaje, borra soledades y aúna pensamientos de plácida convivencia. La ambición nunca superará a la justicia.

Nota.- Por causas ajenas a Chindas, e imputables al encargado de la publicación en la web, esta entrada se publica con un día de retraso. Perdonen nuestros lectores.



jueves, 16 de abril de 2015

VERDE ESPERANZA


Chindas
, mira.
Campos verdes prometiendo espigas
al lado, eriales ocres y amarillos.
Trabajo de patchwork,
colcha de retazos arados cubriendo los sueños.
Posesión poseída de la mirada,
separando con altozanos el horizonte.
Arroyos siendo arterias de vida,
matorrales apuntando yemas rosáceas,
flores blancas de almendros y frutales.
Verde esperanza en el suelo
¡alfombrando!
Respirar agotando el oxígeno del universo,
llenando de plenitud el alma.
Perdices alzando el vuelo a tu carrera,
liebre cruzando entre ambos.
Un árbol solitario otea el paisaje,
las hierbas son sayas tapando sus raíces.
Gorjeos besando una a una,
las florecillas silvestres.
Romance de soles y gotas de rocío,
amanecen juntos abrazados.
Sedoso panorama de quietud y calma,
nubecillas jugando a lágrimas y besos.
Oídos atentos al tararear del futuro,
cánticos esperanzados de cosecha
de cereales y vinos.


Chindas, amigo mío, éstas son las miradas que te entrego en este paseo nuestro. Acelera tus patas y goza un rato más de tu libertad diaria en el campo. ¡Guauuuu...! Y mientras él se aleja a la velocidad de sus deseos miro su pelo suave dejándose mecer por el viento y cayendo mis ojos en el agua del Canal una añoranza se hace onda plateada.

jueves, 9 de abril de 2015

PÁJAROS

Mira, Chindas, qué bandada de pájaros sobrevuela sobre nosotros; cuando yo era niña nos decían que iban de boda. ¡Qué cosas!, debía ser por la alegría que llevaban consigo y ese piar festivo que nos dejan siempre que cruzan el cielo en forma de flecha.
Pájaros primaverales que miman el rostro del aire con sus alas, que acarician el murmullo del sonido, que hacen una veladura en el cuadro del espacio dando donaire al mismo. Aves migratorias de regreso a sus nidos de recuerdos. Sol brillando en esos ojillos de azabache y posándose en las plumas que visten con delicadeza y suavidad su cuerpo.
Trinos regando las flores y dando a las ánimas del mundo ese cobijo de placer recóndito,  azulado y etéreo. Desapercibidos vuelos en las urbes de ruidos y prisas, posesión entrañable del silencio y la pequeñez habitada. Pardales sin malicia, sin plumaje llamativo y vistoso que se prestan al musical anonimato.
Sobre tus alas, avecilla de espalda parda/ cruzar quiero el horizonte/ y detener, en tu descanso,/ el galopar de mi corazón viajero y solitario./ Antes que la lluvia empape tu nido/ y canten lágrimas las pajas/ acurrucar pretendo mi latido mañanero. Volar hasta el árbol aquél/ que solitario adorna el paisaje/ y desde su copa /alargar la mirada hasta donde acaba la inmensidad de la llanura/ abrazando las montañas/ y desde allí descender contigo/ a la belleza del suelo cotidiano./
Pájaros de pecho amarillo y saltos acelerados al menor ruido, gorjeos de partitura escrita por alma de poeta, en tu pico afilado y presto parpadean las notas dejándolas caer en delicada sonoridad  revoloteando de flor en flor.
Vuelve la estación de los aromas, del color y de los brazos buscando al aire la sonrisa del buen tiempo. Paseos en zapatillas pisando hierbas repletas de verdor y rocío, de atardeceres sin despertar todavía y soñolencia en sus fibras. Termino, querido Chindas, mirando tus ojos grandes entornando los párpados ante la lejanía de esa flecha que se dirige a la diana de otros confines.
Luces de estrellas del día,/ camino de la alegría/ esperanza del invierno y abrazo de la juventud.  

jueves, 2 de abril de 2015

PRIMAVERA Y SEMANA SANTA

Asomada al balcón de la primavera, amigo Chindas, oteo el horizonte con sus lomas azules del atardecer y los eólicos dando vueltas replicando al aire. Árboles blancos aparecen en esa lontananza que se ve plagada de modernos gigantes de pie estático y brazos embelesados en su danza. Desperdigados por los campos o cauces fluviales, los árboles vegetales comienzan a adquirir el color verde que emana de su ser como rayo de sol al amanecer. Alegría y juventud en sus hojas brillantes.
Correteando, una liebre casi se adentra en la carretera a nuestro paso y asustada por el claxon desanda su camino tornando a los ribazos protectores. El ambiente cerca del pueblo empieza a oler a vacaciones, a visitas, a vida nueva. Las ventanas comienzan a abrirse y por la calles se oyen balones y voces de niños. Primavera tejiendo y matizando la convivencia de estos días.
Paralela al despertar de las flores está esta semana llamada "santa". Triduo de recuerdos de dolor, de injusticia, de mensajes, de promesas de salvación. Jueves Santo, última Cena; traición y cobardía de “amigos”... Viernes Santo, gritos de la plebe que olvidó los favores recibidos, gotas de sangre señalando el camino pedregoso de la indiferencia para muchos, de la esperanza para otros. Sábado, soledad de madre herida por la ignominia del pueblo hacia el ser de sus entrañas, que sólo intentó hacer el bien.
Primavera rodeando con las flores abiertas y coloristas aquél final clavado que ocultó la claridad del día. Vacaciones de ocio, de hedonismo, de desinterés y apatía para "ateos" en tiempos de benevolencia. Eólicos que rulan buscando respirar con ansiedad y su semblante permanece blanco tirando a gris. Al otro lado de los altozanos, el valle aparece cual partitura en crescendo, de  sonidos de rezos y cánticos de fe, llenando de flores las andas y vibrando de sentimientos que van más allá de la infantil enseñanza recibida. Madurez de reflexión adulta y don llegado al alma sin mérito alguno.
Pasada la semana, la Resurrección volverá a airear las alas de los pájaros, a besar el rocío  los botones de las plantas y a colorear a las mariposas. Festivos momentos de amistad recobrada con los convecinos y sueños de aleluyas. Esplendor redoblado en sones de felicidad, Pascua deseada a todos nuestros lectores.