jueves, 28 de abril de 2016

ECUADOR : LA AVENTURA DEL DOLOR

Apenas han pasado diez días del terremoto que sumió de dolor a los ecuatorianos, llegando este sismo de sentimientos a todo el mundo.

Vivir estos hechos es una aventura jamás deseada, un suceso que afecta a otros, que duele de lejos pero que emana emociones. Llanto en la costa, en la sierra, en el país entero. Ilusiones rotas, hogares de construcciones sencillas que cobijaban el arrullo del amor, todo, casi todo, hecho escombros. Casi, porque entre las lágrimas y las despedidas que sostienen cadáveres, sigue habiendo bondad en las gentes, solidaridad y súplica.

Vidas rotas entre los cascotes que dejan asomar algún objeto entrañable, un murmullo de esperanza, latidos inaudibles que se cree oír y, una vez más llanto en los corazones. En las calles, los niños envueltos en la tragedia, suplican alimentos, se dejan abrazar y errantes buscan una mano tendida que les de serenidad y cobijo. Cielo azul entre los brazos que les acogen, protección desnuda que alienta su vida.

Su casa ya no tiene tejado ni paredes, pero aún mantienen su infancia y juegan con trozos de imaginación, ríen si los ojos de las cámaras se fijan en ellos para perpetuar su imagen. Inocente pose de pies descalzos y ropas raídas. Pancitas redondeadas. Mujeres con pollera de colores teniendo el corazón de luto, alimentan con fortaleza y ayuno a los más débiles.

Recuerdos en mi mente de aquellos años vividos en esa tierra de gran belleza, de vegetación exuberante, de acogedor recibimiento. Suburbios y zonas rurales donde el afán de “aprender” llenaba las aulas. Críos de guardería que a la hora de salida, se quitaban el babi y la ropa limpia para ponerse sus desgastadas vestiduras porque eran más suyas. Contraste de culturas con entrañable significado.

Ahora, pasados los años, siento esa proximidad, parte de su dolor me traspasa y sé que alguno de aquellos niños/as han sido víctimas del infortunio.

Claman al cielo, al “diosito” bueno, que les ayude. Flores tropicales esparciendo el aroma de su resurgir tras la sequía. Balanceo de la tierra hablando, voceando atención para los más débiles. Diálogo de conciencias, presencias que se agradecen pero que no saludan más que a unos pocos…

Cuando tus lágrimas llegan al Pacífico, amigo ecuatoriano, las aguas se tornan mensajeras, deja, pues, caer tus suspiros para navegar sobre ellos y llegar hasta ti con el corazón abierto. 

jueves, 21 de abril de 2016

CHIRIBITAS


Alfombrados están los prados con margaritas silvestres apaciguando los pasos desbocados del mundo. Chispas de miradas indiferentes se recogen en sus pétalos. Sencillez en el juvenil recuerdo deshojándolos de uno a uno, “me quiere, no me quiere…”. Primavera.

El Atila de nuestro tiempo pisotea la armonía y la belleza de la convivencia, desasosegándonos, y plenos de incertidumbre, recorrer páramos y eriales en pos de las huellas de la ilusión herida.
Tierra fértil vejada, azotada por el viento prepotente que reseca y atabona los surcos. Gérmenes buscando la luz, luchando entre estos terrones de tierra que les impide florecer. Chiribita de los campos despierta de día, atenta al juego luminoso siguiendo el magnífico caminar del sol para replegarse con su ocaso. Meditación.
Naturaleza llena de enseñanzas a ras de tierra. Plantas que hablan y divulgan el equilibrio. Voces silenciosas que educan con el ejemplo. Rodeadas de espinos o abrojos florecen igualmente mostrando la riqueza espiritual de su fragancia y delicada hermosura.
Temporal político que amilana y decepciona, granizada que vista con inteligencia, invita a la unidad replegada, como en las margaritas, para que no se dañe ni una sola de sus hojillas. Libertad de colores en la flora, indiscutible pluralidad del elegante arco iris que recrea los sentimientos. Libertad de pensamiento pero, sin ocupar todo el espacio, sin imposición y sin criterios de dominio. Un jardín con una sola especie caería enseguida en el olvido.
El jardinero poda, cava, limpia, trasplanta…, es necesario este trabajo pero también tiene que abonar, regar, proteger. Remedando este oficio, el político está obligado a mantener el espacio encomendado, con toda la diligencia que es capaz, para que cada parcela por él trabajada muestre su valía y la pureza de sus intenciones.
Se duele la tierra cuando el arado hiende su reja sobre ella, pero la beneficia. Las crisis aceleran la imaginación aportando soluciones en cada hogar, adaptando, equilibrando y haciendo uso de los valores perdidos. Todo en la vida tiene doble lectura. Miremos con otra mirada los acontecimientos manteniendo la esperanza de un resurgir próximo que contemple la paz y la prosperidad.

Terminamos con este verso de Machado, 
“Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido/ con las lluvias de abril y el sol de mayo/ algunos hojas verdes le han salido.”

jueves, 14 de abril de 2016

Y SIGUE EL SILENCIO…

Vociferando está el pueblo sin romper el silencio mayoritario. Testas firmes como viejos robles miran estáticas el paisaje desolador de los partidos.

¡Ah! aquellos adalides de recta mirada, que mesaban la barba ayudando a la reflexión y la calma. Qué es de aquella España nuestra que en la infancia soñábamos y veíamos como símbolo de paz y holgura, honestidad y manos limpias.

…”paz de España, yo te saludo. Si eres vergüenza humana de esos rencores cabezudos con que se matan miles de avaros mercaderes, sobre la madre tierra que los parió desnudos…” (Machado)

Revuelta está la patria, como recién arada para la siembra. Los árboles tambalean sus ramas y de trecho en trecho alguna oruga descansa.

El cielo de Castilla siempre azul y luminoso, tachonado se ve de nubes pardas y el horizonte mortecino se levanta.

Elecciones que descalabran la unidad herida por el hedonismo de unos, por la furia de otros y por la pasividad de los restantes. Progreso detenido por la emigración de los saberes, por la sinrazón de los que romper quieren la unidad y tener como emblema el dinero. Dueños solos del patrimonio, no familiar ni compartido. Primogenitura desfasada que mira el mar embravecido, que piensan que su ombligo es el detalle más hermoso de su cuerpo, que las extremidades les son ajenos y las heridas que ocasionan no les duelen.

Políticos de ambición por ser una página en la historia, un reflejo de espejo roto donde mil caras distorsionadas llaman la atención de la mirada.

La primavera camina hacia el verano sin pensar en la semilla que los campos espigan hacia afuera, ni en los hongos que amarillean el verdor fresco y luminoso.

Amigos con sensatez en la mente, unid esfuerzos para parar la indolencia de los que, a toda costa, quieren imponer ideas de progreso con la bandera rota de la igualdad. Pobre sociedad marginada que a una astilla ardiendo se agarra para salvar sus manos de la injusticia justiciera, llagando aún más sus palmas.

Oigamos al silencio, con la esperanza de entender el lenguaje del deseo de todos. Diálogo elocuente que sin sublevarse, va alargando el tiempo del triunfo.

En mi casa quiero la paz con un trozo de pan en la mesa; en la calle gozar de un espacio abierto, seguro, con libertad y saludos de amistad. En la escuela se forje la sonrisa del futuro. En la sanidad la atención personalizada y en la economía, no a los salarios vampiro.


Silencio. Reflexión. Esperanza.   

jueves, 7 de abril de 2016

LA LUZ

Cuando la mañana abre sus ojos y el sol se asoma por ellos dando brillo a la tierra, un paisaje de alegría ilumina nuestra mirada.

El campo grita libertad ondeando la bandera multicolor de las flores, de los espinos, de los árboles. Preludio de esperanza inundando de luz y sonido del gorjear de los pájaros desde el páramo al valle.

Un rebeco joven acelera sus patas ante nuestra presencia, mirando indeciso el horizonte hasta perderse entre los juncos que cerca del Canal crecen. A distancia vemos con qué vanidad se mira en el espejo del agua y bebe adentrando su figura en el placer que apaga su sed.

Cielo limpio de nubes tristes y llorosas como las que nos han envuelto estos días pasados. El azul que enmarca la claridad aflora también los escondrijos o madrigueras de los avatares políticos; el mundanal ruido rompe la nitidez de los espacios serenos del amanecer.

Luz blanca, intensa y caliente. Acelerado trayecto del espacio solar hasta tocar la espuma de la vida, la etérea existencia que permanecer quiere entre lodos y vientos, entre gotas de lluvia y bufandas, entre espejismos y realidades que atenazan el suspiro doliente de no poder reír cada día.

Un par de cigüeñas “cascan el ajo” arriba, en la torre y aletean haciendo filigranas sobre el nido. Se han despertado también con la luz que invita a un nuevo día de plenitud. Desde mi ventana veo el humo de la chimenea de un vecino, que sale corriendo, esparciendo su melena gris por los tejados. 

Qué gozo, amigo Chindas, saborear la sencillez de lo cotidiano en nuestro pueblo, el nacimiento del alba y el ocaso de la tarde. Silencio descolgado de los rayos solares sin zancadillas ni ambiciones, sin dobleces ni manos avaras de dominios con el solo propósito de iluminar la vida de todos. Utopía quizá de resplandecer gratuitamente.

Luz besando los cristales con llamadas insistentes; ventanas oyentes al quejido de su voz se abren de par en par dejando pasar su hermosura cálida. Luz escudriñando las estancias de la vida, purificando el olvido hasta hacer presente el recuerdo y la dicha.


En tiempos de penumbra conviene sacar a pasear el alma por las alamedas de la esperanza regocijándola con la poesía que todas las cosas poseen y nos regalan.