Esto, aunque con algo de retraso, es lo que vamos a celebrar en el año nuevo.
Hay finales que no implican ningún comienzo, como la cárcel con la pérdida de libertad, el paro con la pérdida del trabajo o la muerte con la pérdida de la vida. Estos finales no admiten festejos. Sí los comienzos como aprobar una oposición, inaugurar una casa o un nacimiento. Hay acontecimientos que son final de algo y comienzo esperanzado de otra cosa como el final de los estudios, la despedida de soltero o el final de año. Una etapa ha pasado con sus trabajos y conquistas, con sus alegrías y sinsabores, con sus límites, y la celebración es explosiva, ruidosa y hasta desmadrada, lo pide el haber superado los límites en que estábamos y el deseo de ahogar la añoranza de las buenas cosas y ratos pasados.
Acaba el 2010 y comienza el 2011. A festejarlo. Ha sido un año difícil y lo hemos superado. Comienza otro año para la esperanza.
Confiamos en que la crisis ha tocado fondo aunque aún las tinieblas del paro, de la contracción económica y los sacrificios, estén presentes, las horas de luz se alargarán.
Pero no podemos abandonarnos a un ciego destino ni atribuir males y remedios a fuerzas externas como el gobierno, los banqueros, o los empresarios.
La economía es una organización humana en que todos participamos con diferentes papeles y responsabilidades. Nuestra es la crisis y nuestra la salida.
No hicimos bien la obra de teatro. Director, protagonistas, secundarios y comparsas la marramos y el espectáculo se nos fue de las manos. Pues a remediarlo y ha de ser una obra colectiva. Si sacrificamos a secundarios y comparsas con miles de ensayos, si los protagonistas la pifian, menuda función. Con buenos protagonistas, sin dirección y secundarios fracaso seguro. Así que manos a la obra.
Que hay que sacrificarse, ¡a sacrificarse todos!, comenzando por director y protagonistas.
Que hay que reducir los ingresos, ¡reducción para todos!, comenzando por gobernantes y empresarios, y nos referimos a las personas no al gobierno que puede recaudar más para incentivar más la economía, ni a las empresas para que inviertan más y incrementen producción y empleo.
Que hay que calcular las pensiones en función de año trabajado, ¡que se aplique también a políticos y directivos! Fuera jubilaciones especiales para políticos, ni contratos blindados y jubilaciones de rey Midas para directivos.
Existen dos discursos, uno el de los de arriba que nos dice que son necesarios sacrificios pues si no, no saldremos de la crisis y todos saldremos perdiendo; otro el de los de abajo que pone unos límites a lo que no se puede renunciar como el nivel del salario, el mantenimiento de las pensiones y la edad de la jubilación.
Ambos pueden tener razón, pero chirrían. Es necesario el discurso integrado. Si es necesario reducir la masa salarial con despidos y contención de salarios, pues en la misma proporción la masa de los emolumentos de directivos y dirigentes gubernamentales por reducción de puestos y retribuciones. Y cuando salgamos de la crisis todos hemos de salir a una, en empleo, y retribuciones.
Todo esto es básico y se llama equidad, pero no alcanza. Se requiere también ilusión, iniciativa e imaginación para autoemplearse, para prepararse para un trabajo necesario, para crear y ampliar negocios, actividad, empleo y a esto se llama laboriosidad.
Y saber que unidos es más fácil, más humano y a esto se llama solidaridad.
Año viejo que se acaba y año nuevo a inaugurar. A festejarlo. Y desde el 2 de enero del 2011 manos, inteligencia y corazón y
¡a superar la crisis!
Leerte me produce un relativo estado de optimismo y me eleva la moral, lo que, dado los tiempos que corren, es de agradecer.
ResponderEliminarFeliz año y que sigas en la misma línea.
Tienes razón al afirmar que debejos quejarnos menos y echar la culpa al gobierno o al lucero del alba, pero ya deberías saber Chindas que los humanos somos especialistas en buscar a los culpables de nuestra situación entre los demás. Es muy sano desde el punto de vista psicológico.
ResponderEliminar