viernes, 18 de marzo de 2011

Educar ¿para qué?

En esta recta final del invierno el tiempo es variable. Ha habido días espléndidos, muy agradables para el paseo vespertino, los ha habido nublados y grises aunque suaves y también los hemos tenido ventosos, desagradables, pluviosos, en que hemos paseado con mi socio por la sirga del canal sin aventurarnos por otros caminos o por los campos.

También los acontecimientos mundiales han sido variables; algunos llenos de esperanza como los ocurridos en Túnez y Egipto, otros muy duros como los que acontecen en Libia, cuando no catastróficos como los ocurridos en Japón.
Y en el largo invierno económico que reina en nuestro país hay acontecimientos que alientan la esperanza, mientras otros están nublados y casi nos congelan con el frío vendaval del paro.
A tantos males se busca remedios y aparece como destacado entre otros la educación, tanto para generar empleo, como para poner las bases de aquellos que han de investigar y generar desarrollo para las empresas y la comunidad.
Mas hete aquí que nos encontramos, lo dice el informe PISA, con unos resultados de bajo nivel, con demasiados repetidores y un pavoroso fracaso escolar.
Buscando las causas de este desastre se habla de falta de exigencia, niveles mínimos demasiado bajos y falta de disciplina, de la cultura del esfuerzo y del sacrificio.
Sin negar estas afirmaciones es conveniente reflexionar más ampliamente sobre el tema. ¿Es el objetivo de la educación básica el conseguir mano de obra cualificada y buenos profesionales o buscar el desarrollo del niño y del adolescente en todo el abanico de su personalidad, inteligencia sensibilidad, voluntad, sentido ético y ciudadano? Y esto para el mundo de hoy, de ahí el interés del inglés, de los medios informáticos y el sentido crítico sobre los temas actuales y su tratamiento por los diferentes cauces informativos.
Si se entiende este objetivo como el que corresponde a la educación, el maestro sabe, que, para bien y para mal, no está solo, que familia, compañeros, sociedad juegan un decisivo papel.
También es necesario entender que en el depliegue de posibilidades del muchacho no hay niveles mínimos y no debe haber por lo tanto superación de niveles, aprobados o suspensos de etapa y fracaso escolar. Hay que aspirar a una educación personalizada en que cada escolar madure a su ritmo y desarrolle sus capacidades y es de notar que estas son siempre inopinadamente muy amplias. No puede haber un fracaso escolar que cierre a un joven de 16 años salida a sus posibilidades: sobra el título de graduado en ESO. Es suficiente el certificado de haber realizado la enseñanza obligatoria. Como en otros países europeos, sólo se consideraría fracaso escolar el caso de aquellos que no consiguen después un título de formación profesional o de bachiller, pero en cualquier momento de su vida tienen la posibilidad, sin condicionantes previos, de intentar un título profesional.
Es ineresante la cultura del esfuerzo, de la disciplina pero no hay que olvidar que se exige a los niños un trabajo exigente que muchos adultos no afrontarían: cinco o seis horas de horario escolar, deberes y estudio domiciliario. Si este esfuerzo se le impone como una carga acabarán muchas veces odiando lo que hacen o pasando olímpicamente.
Menos mal que la naruraleza es sabia y premia el esfuerzo empleado en el propio desarrollo. Resolver un problema matemático es satisfactorio, o conocer un proceso físico o recordar de memria una buena poesía o ser capaz de exponer un tema comprendiendo lo expuesto. En la educación más que la motivación anterior es muy decisoria la retroalimentación. Es con ella que es posible el esfuerzo, a veces costoso, y la disciplina del trabajo porque se ven los avances y satisface esta conciencia del propio desarrollo porque, más que hacer lo que gusta, es importante que guste lo que se hace porque al fin le satisface.

Esta lloviznando pero hemos salido al campo. A mí me gusta y salto frenético de alegría cuando nos dirigimos a la puerta del corral. Sé que en un día como el de hoy a mi socio le apetecería quedarse en la estufa leyendo un libro o transcribiendo nuestras charlas, pero cuando le veo volver oteando el paisaje, respirando hondo y diciéndome gansadas entiendo que goza como yo del ejercicio vespertino.

4 comentarios:

  1. El objetivo de la educación básica es conseguir "personas" no mano de obra. Lo que tu propones siginificaría dar la vuelta a los planteamientos imperantes en esta sociedad dominada por el culto al dinero y en la que "triunfar" es equivalente a "ganar más". El culto al "mercado" ha metido en la cabeza de nuestra sociedad que el objetivo de la educación es la búsqueda de un empleo lo más lucrativo posible. Y ese puede que sea el objetivo de la formación profesional y de la universitaria, pero "jamás de la educación básica"

    ResponderEliminar
  2. Interesante reflexión, aunque supongo que será polémica.

    ResponderEliminar
  3. En un estudio realizado en los años 50 del siglo pasado en el reino unido, demostró que cuanto más inteligente era un chico, más problable era que eligiese una carrera "interesante" con un sueldo "razonable", en vez de un trabajo que solo estuviese bien retribuido. ¿Qué se ha hecho tan mal en la educación para que en la actualidad la mayoría de los jóvenes estén obsesionados con la búsqueda de riqueza e indiferentes a tantas otras cosas?

    ResponderEliminar
  4. ¡Lo qué nos faltaba! regalar el título de secundaria. Esas son ideas de pedagogos y maestros, metidos a dirigentes educativos y a mangonear la educación secundaria. ¡El daño que han hecho a la verdadera enseñanza secundaria!
    Si el único arma que tenemos los profesores de los insitutos, que es el título, desaparece, terminaremos sin autoridad y despreciados por los alumnos y por sus padres.
    Lo que la enseñanza secundaria necesita es endurecer más los requisitos para titular y poner en valor la cultura del esfuerzo entre los alumnos, así como revalorizar la autoridad y el prestigio de los profesores. Y al alumno que no se sienta motivado, que se le den otras salidas: la formación profesional y el mundo laboral. No se de dónde se ha sacado que todo el mundo tenga que estudiar lo mismo ¡la comprensividad, otra milonga pedagógica!
    En fin Chindasvinto, dile a tu "socio" que se caiga de la nube, sea más realista y no se deje liar por los que saben muy poco de la secundaria

    ResponderEliminar