Habíamos llegado en nuestra salida a un camino límite entre los términos de Marcilla y de Requena. Olfateé un conejo en una parcela de yeros y lo perseguí después en una frenética e inútil carrera por cebadas y trigales. Cuando perdí la pista del conejo estaba tan desorientado, sin visibilidad entre las espigas, que no supe encontrar a mi socio. Cuando él llegó a casa yo ya lo esperaba dentro del corral. Un vecino amable me había abierto la puerta.
Estábamos alegres por la experiencia vivida. Las mieses están espléndidas, de larga caña y prometedoras espigas. Para llegar a ello han tenido que concurrir la acción de la naturaleza con temperaturas y precipitaciones adecuadas en la cantidad y en el tiempo y las labores del agricultor de arada, siembra, abonado... Es de esperar que la cosecha no se malogre y tengamos calidad y abundancia de grano.
Si los campos de nuestra tierra prometen, el campo de la economía no presenta tan buen cariz. Se están viviendo unos días agitados, de elecciones y de resaca por los resultados favorables o desalentadores.
Puede ser interesante ver cómo el partido en el gobierno reorienta su rumbo tras el batacazo, o cómo los mismos medios, que ateniéndose a las valoraciones de las encuestas sobre la figura del jefe de la oposición lo consideraban falto de energía y carisma, hoy, ya auténtica alternativa, lo exaltan como modelo de sagacidad, sentido común y simpatía.
Pero estas apreciaciones no dejan de ser circunstanciales, no transcendentales. Se asemejan a las enconadas discusiones entre los partidarios de la siembra tradicional o la directa.
Entre tanto hay millones de parados, jóvenes a los que se les hace difícil la esperanza y ancianos con privaciones y dificultades.
Y esto no mejorará al ritmo deseado si cada partido, cada sector o grupo tira de la cuerda en el sentido que le favorece y todos se enfrentan en un esfuerzo no coordinado y en un guirigay ensordecedor y malévolo.
Si la cosecha depende de la conjunción de factores, lo mismo acontecerá con la economía después de la profunda crisis y aún nos queda hacer una labor abundante para superarla.
Un impulso común de trabajadores y empresarios, de ciudadanos y gobernante, de banqueros prestamistas y de emprendedores a financiar, de alumnos receptores y de profesores que incentivan.
Por supuesto que habrá discusiones, visiones distintas, diferencias pero es necesario mantener el impulso común.
Buena parte de lo que se dice y comenta es paja. Al grano. Hay que construir. Si logramos este impulso general ¿no multiplicaremos al menos por tres la velocidad de la recuperación y los 15 años que dice la OCDE que tardaremos en volver a la tasa de paro de antes de la crisis no se puede reducir a 5?
Y ¡viva el Barça!. Su impulso, trabjo colectivo y ambiente positivo nos da ejemplo.Tal vez no consigamos el éxito con tanto brillo pero es el único camino hacia él en estas circunstancias.
El acoso escolar, es cosa de todos
Hace 9 años
Lo que está pasando tras las elecciones del día 22, se asemeja poco a tirar todos en la misma dirección
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