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Eslizón tridáctilo ibérico |
Camino de
Marcilla íbamos Álvar, el nanocán y yo, Chindas, y fue Nano el que
encontró entre la hierba un nanoreptil. Estaba muerto pero entero. Parecía una
pequeña culebra en la que apenas apuntaban unas patitas residuales sin
finalidad aparente. El teléfono móvil recogió su imagen en una foto y, vueltos
a casa, fue el tema de conversación entre mis socios. Internet mostró imágenes
similares y textos explicativos. Se trataba de un Eslizón tridáctilo ibérico,
ejemplar que no habíamos observado antes, ya que no es muy habitual en nuestro
territorio y porque basa su estrategia de supervivencia en pasar desapercibido.
Técnicamente
nos encontrábamos ante un saurio, reptil de cuatro patas como el cocodrilo, el
caimán o los lagartos, descendientes evolutivos de los dinos; pero en este
caso, en un proceso de pérdida funcional de sus extremidades, aproximándose
cada vez más a los ofidios como las culebras. ¿Cuántos miles de milenios está
durando el proceso?
El
sorpresivo descubrimiento del eslizón ha excitado nuestros comentarios y
con ellos la reflexión. Existen también los saurios sociales que evolucionan y,
como son fruto de la actividad humana, esta evolución tiene tiempos diferentes
de la naturaleza.
Imaginamos
que nuestro país es un noble saurio que pasa por un difícil trance por lo que
intenta adaptarse y ha comenzado por recortar sus cuatro patas: la pata de la
educación, la de la sanidad, la de las pensiones y la dependencia, y la del I+D
– o la de la ciencia y la tecnología –. Estas cuatro patas son las que le
habían permitido ser un saurio como Dios manda. Así que ya hemos comenzado el
tránsito hacia el eslizón ibérico. Tal vez esto nos permita pasar
desapercibidos a las aves de rapiña de los mercados.
¿Es un
proceso reversible? Muchos son los que piensan, con los dirigentes de este
país, que el recorte de las patitas terminará próximamente y hasta podrá
recuperarse el gasto en ellas para alimentarlas.
Sin embargo,
es constatable que, en la naturaleza, comenzado un proceso evolutivo en una
determinada dirección, suele continuar hasta su culminación.
Esperemos
que el recorte de las patitas – no se ha recortado la suculenta cola de los
acaparadores de capital – sea sólo una torpe herida que tenga cura, y no el
inicio de su desaparición funcional en un tiempo más o menos prolongado.
Si no
podemos aspirar a ser como el mítico dragón de patas y alas, ni siquiera ser
poderosos caimanes como los países emergentes, que al menos seamos lagartos de
plácida existencia, ya que el Eslizón tridáctilo ibérico se asemeja
plenamente a una débil culebrilla que aspira solamente a pasar desapercibida
entre la maleza.