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Imagen: La Sexta TV |
Mi socio recuerda cómo hace unos
cincuenta años frecuentaba el barrio de Lavapiés y tomaba allí diariamente el
metro camino de sus obligaciones. Así que los sucesos de estos días en el
barrio nos han dado para hablar largamente sobre ellos.
Todo ha estado relacionado con la lamentable y triste muerte
de un mantero por un infarto en una de sus calles.
La violenta reacción de
tumultuosas protestas con ruptura de mobiliario urbano y escaparates ha sido
transmitida repetidamente por los medios de comunicación. Ha sido protagonizada
por el llamado Sindicato de manteros, pero no faltaron otro tipo de personas,
algunas muy violentas.
La muchedumbre enfurecida y sus
portavoces echaban la culpa a la policía municipal con pertinaces gritos de
"policía asesina". Por supuesto, la reacción de personas,
asociaciones, partidos políticos y autoridades no se hicieron esperar; la
mayoría, muy llamativas.
La acusación de una muerte
causada por la policía la mantenían los manifestantes y era asimismo defendida,
por lo menos, como una causa indirecta por personas de organizaciones de apoyo
a los emigrantes, por ciertos políticos que se hacen llamar progresistas y
hasta por alguna autoridad municipal.
En general, el resto de partidos
políticos y las autoridades justificaban la actuación de la policía que no
tenía nada que ver con esta muerte: nadie le perseguía, estaba con un compañero
cuando se sintió mal y fue después ayudado por la policía y no atacado.
Hechos y declaraciones merecen
comentario. La situación de los inmigrantes sin papeles merece reflexión y
encontrar una mejora de la situación camino de solución.
Que los manteros protagonistas
formen una asociación y que la llamen sindicato y que todos pertenezcan a la
misma nacionalidad, reaccionen instantáneamente afirmando y reafirmando que la
policía es asesina puede llevarnos a pensar que detrás del grupo de pobres
manteros hay fuerzas más poderosas que consiguen la mercancía, organizan la
vigilancia y los lugares de venta, etc. Esta muerte, para "los jefes"
tan propicia para ser aprovechada, puede forzar al ayuntamiento y a la policía
a hacer la vista gorda, permitiendo el ilegal comercio callejero.
Si es así, los bienintencionados
trabajadores sociales que afirmaban lo de la muerte provocada son unos
benditos, ya que un fin bueno no justifica medios mafiosos.
Los políticos
"progresistas" que se unen a acciones reprobables y lo saben son
políticos de espíritu corrupto.
En cuanto a las autoridades y
políticos, que se han mostrado muy mediocres, justifican a la policía porque el
infarto se produjo sin persecución policial; pero si ésta se hubiese producido
al correr con su manta enrollada y ser sujetado por la policía, ¿sería la
policía asesina?
Hoy los jefes de los manteros,
que deben ser los que realmente se aprovechan de esta actividad ilegal, deben
estar al menos parcialmente satisfechos. Ayuntamiento y policía se andarán con
más tiento en la represión del negocio que manejan.
Los manteros son una mínima
representación de los inmigrantes sin papeles que están entre nosotros y tienen
derecho a ser tratados con dignidad, a defender la vida y también a la salud y
a la educación, al menos en lo más necesario y básico. ¿Cree alguien que la
solución es romper la legalidad? Lo que está fuera de ley acaba en dominio de
los más poderosos, de los desalmados y de las sociedades mafiosas.
Habrá que buscar soluciones
legales convenciendo a la población para que pida normas adecuadas, a las
autoridades y parlamento de la Unión europea, de España, de las autonomías y de
los ayuntamientos.
El problema es arduo y
complejo y nunca se dará la solución totalmente adecuada, por eso que la acción
personal y las asociaciones civiles son tan necesarias y tan meritorias