Acabamos de celebrar la fiesta de
San Miguel que, como sabes, se ha adelantado por aquello de “honrar” a los
veraneantes. Día grande en el pueblo y tú, mi querido Chindas, te has quedado
afónico de tanto ladrar a la jarana de la calle.
Charanga en pasacalles y visillos
semi levantados fisgan el paso de las notas que se escapan de los instrumentos.
Risas de papel recortado aparecen en la añoranza de largos años pasados de
otras fiestas, de un entorno que rompe el silencio invernal de vecinos en miniatura.
El duende de San Miguel vencedor
de mil batallas celestiales ha ido visitando casa por casa los rincones para
alejar de ellos a los enemigos de la risa, de la armonía, de la fiesta.
Juegos de artificio son los niños
que corren por las calles en bicicleta o patines. Alegría colgada en los cables
de la luz que en rutas imaginadas surcan el cielo para iluminar el gozo de un día compartido. Tanguilla que agrupa la
destreza y precisión de lanzamiento de hombres y mujeres que con
entusiasmo intentan llevarse el premio.
Coros y Danzas con dulzaina cuyos tonos agudos daban a sus movimientos el grato
placer de aunar los latidos de los espectadores.
¿Sabes?, manos hábiles han
aportado sus trabajos en una exposición. Teodoro y Fernando con sus obras,
excelentes por cierto, en madera, Maribel sus cuadros en óleo, Lucía labores
delicadas, Amaya decoración de vasijas, Joaquín (90 años), artesanía del
calzado, su hijo de igual nombre decorados varios, Conchi cuadros en estaño y
Jose García varios puzles de cuadros estupendos. Una flor en cinc cuyos pétalos
llevan el nombre de los niños nacidos de hijos del pueblo en los últimos años,
hecha por Lorenzo, fallecido recientemente, ha sido el broche con el que hemos querido honrar su
memoria. Nuestra enhorabuena por la participación.
Tarde de teatro, evocador del
gracejo de otros tiempos, el vivir rural con sus pasos torpes
y su simplicidad elocuente. Baile, verbena, cenas familiares y de amigos
coronaron un año más este día de San Miguel.
Sí Chindas, tú has permanecido en
la libertad de tu corral, pero en la calle también esa libertad ha estado sujeta a las normas básicas de convivencia,
se ha expresado con la serenidad de ser una familia, un pueblo unido que sabe
divertirse con dignidad.
Lanza un ¡GUAU! en aplauso para todos al cual me uno.
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