Hoy Chindas, vamos a dedicar esta
reflexión a nuestra amiga Conchi, de
Granada, y a todos los lectores que como ella viven dentro del ruido de sus
ciudades y que, cuando se adentran en el
silencio de nuestros pequeños pueblos, “no pueden dormir”.
Sueño, silencio, descanso, relax,
felicidad, escucha, amistad, compañía. La grandeza de su existencia.
Sí, la voz del silencio se oye
aquí en estos parajes. Tenue melodía de soledad que acompaña, distrae,
dulcifica.
Silencio con voz en los árboles
que mecen sus hojas a nuestro paso. Voz del silencio que permite oír los trinos
de los pájaros al amanecer o el maullar de los gatos en celo.
El silencio, compañero y
cómplice de la soledad de estos lares,
duermevela cada noche nuestros sueños y él, así mismo, sueña que envuelve de
sosiego y paz nuestro descanso.
El sonido que en las noches de
las aldeas se oye, sólo es el parpadeo de las estrellas cuando musitan
nuestros nombres.
Sin ruido el sabio piensa,
reflexiona, crea; el mundo se interioriza, el murmullo del aire se engalana y
el sol brilla en los espejos del agua.
Bien sabes que cuando un perro
ladra con el cielo envuelto en su manto de mago tachonado de estrellas, hasta
la luna si ese día brilla, se asusta, se sobresalta y rompe con su gritar
perruno, sin saberlo claro, el monacal gran silencio del alma.
¡Chiss! deja que el sueño del
silencio termine que ya llegará el alba y pondrá una sonrisa festiva en tu cara
descansada.
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