Los últimos acontecimientos nacionales eclipsaron el día en que cumplías cuatro años y esta página se pospuso hasta hoy ocho días después, no obstante ¡Felicidades!
Fue un día de finales de abril cuando en nuestros brazos acogimos a ese cachorrito de mirada encantadora, de temblor infantil y expectante inquietud. Siempre pegado a nuestros talones desde ese día eres ese "ángel perruno" que custodia nuestra sombra. Socio amigo de idas y venidas, de pensamientos en voz baja compartidos, de correrías por el campo y el Canal, de chapuzones y de galopadas tras la liebre o el rebeco. Nano, tu nuevo amigo de la casa, chiquito de raza, te mira como tu primer fan y te sigue como lazarillo de ciego.
Ladridos de medianoche asustan a la luna que se oculta tras las nubes temerosa de que su luz te haga ver fantasmas de dos patas donde solo hay reflejos de celestes miradas. Celador de nuestro sueño, expectante de los movimientos más nimios que aproximan el peligro e intuyes presencias extrañas.
Han pasado cuatro años desde tu nacimiento y tres desde que comenzamos este blog, eres un crack de la inspiración en momentos especiales del país cuando razonas con tu socio y no menos cuando es con el ama con quien miras "con otra mirada" el crecer de la hierba o la libertad del aire.
El trino de los pájaros que ya despiertan nuestros sueños al amanecer albergados en el seto del patio, asaltan los latidos de tu corazón y ladras sin parar dominando el espacio con tu voz de macho campesino. En lo alto del abeto se refugia alguna avecilla asustada, pero "tu bondad" pronto les da confianza y si levantan el vuelo es por el placer de cabalgar cerca de las nubes y que, por mucho que los mires, no les das alcance.
Chindas, ya eres mayor de edad y obedecer te cuesta sobre todo para entrar en casa tras el paseo donde has corrido hasta agotar el aliento. El campo para ti es el paraíso y la correa obligada al llegar cerca del pueblo detiene tu independencia por eso nos miras, te "ríes" y desafías los intentos de aproximación.
Cumpleaños de caricias en el lomo/ temblor de infancia retenida/ rabeos de algazara a la presencia amiga/ impaciente llegada de la tarde que marca el paseo,/ huracán de afectos en el pecho y dinámica actitud del vivir de cada día. Orejas erguidas y vigoroso estado de expectación y plenitud en la compañía dada y recibida. Gracias por vivir junto a mi vida.
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