El sol, mi querido Chindas, anda estos días un poco revuelto, diría yo que no sabe dónde mirar porque cualquier pueblo o ciudad que se precie aprovecha que éste otorga bienes a los que a su lado se calientan y ¡zas! Los "santos" salen en procesión y la música suena que suena más allá de las horas de dormición y reposo. Fiesta local inamovible para los organizadores y aunque el santoral se empeñe en señalar otro día en el calendario fuera de las vacaciones, julio y agosto son los meses estrella y el santo patrón o patrona hacen el trueque con gusto porque se ven rodeados de gente sin achaques ni gabanes.
Festejos por doquier escenifican ingenio, congratulan presencias nuevas, dan con su color gozoso y desenfadado un hálito de serena alegría a los veraneantes y a los propios del lugar. Ansia de euforia en pequeños y grandes. Días especiales para compartir todo aquello que el otoño se lleva consigo al terminar el verano, lo ensaca y factura a las estaciones venideras; sin miramiento alguno los trasplanta dejando las raíces semi ocultas.
Las calles engalanadas, espectadoras expectantes del ir y venir, de las risas a borbotones salidas de las pandillas juveniles, de las pisadas pausadas con callos oprimidos por el calzado recién estrenado y testigos mudos con escaparates que reflejan la festividad duplicando los sentidos y se hacen eco de la algazara de esos días. Adornos llamativos, ruido, folclore a gusto del lugar, orquestas de notas repetitivas en desacuerdo constante con los decibelios autorizados llenan también las plazas y lo que en las ciudades son sones más habituales, en los pueblos desbordan los parámetros del silencio.
Rurales fiestas las que tu y yo amigo mío, estamos oteando en nuestro pueblo. Están al caer, que es un decir, y principian como para abrir boca, con una marcha por el Canal el día 19, unos pocos kilómetros, hasta Las Cabañas de Castilla para tornar a Requena por el otro lado del acueducto. Marcilla y Requena hermanados, harán camino sobre las huellas de la amistad en el trayecto y a la llegada, con el sudor de esta peculiar aventura darán buena cuenta de una apetitosa paella inaugurando así el nuevo parque "el plantío". Bonita área de descanso para los ciclistas que hacen la ruta del canal y de solaz expansión para quienes buscan el sosiego en la naturaleza musitada.
Fiestas con sabor a unidad, con latidos solidarios, con reflejos del iris que se hace corona de la tierra y dignifica a los promotores.
Esperamos que en cada pueblo su fiesta llene sus casas de sonrisas y sus corazones de amistad renovada.
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