jueves, 19 de noviembre de 2015

LOS BOLARDOS

Querido Chindas:
            Hoy mi alma está bloqueada como los bolardos que detienen los pasos de vehículos de La Plaza. Mil pareceres me rodean y las convicciones no convencen. Sueños de realidades que progresen la armonía sin dañar a nadie aparecen desgastados por ese individualismo que domina a la colectividad. Nos va a tocar luchar, amigo Chindas, hasta conseguir que cada vecino o visitante sea integrado e integrador de este proyecto de futuro espacioso y cuidado que nos propiciará horas felices y mirada limpia.
            Bolardos, inocentes postes que protegen a los peatones de los vehículos impacientes por dominar todos los espacios con su "poderío" sin respetar las zonas peatonales. Sois redondos para que los niños no se dañen, bajitos como ellos para servirles de asiento en sus juegos, decorativos y hasta, si me apuras un poco ¡elegantes! Sí Chindas, se eligieron así por esas ventajas y esa estética, dando al entorno un cariz nuevo. Los pueblos avanzamos en la medida que, con pequeños detalles, vamos creando sensibilidad artística y círculos de conviencia, de sosiego y protección.
            Días de niebla van matizando las luces y desde este lugar tan abierto, apenas distinguimos los árboles del Canal (de Castilla) que tan grandioso paisaje nos ofrece a poquísimos metros del pueblo. Ruidos de tractores terminando su faenar en las tierras enlazan la sencillez de tantos días de soledad que nos acompañan. Se que tú, mi querido perro, estás gozando corriendo por los campos persiguiendo al aire muchos días, jugueteando con las hierbecillas y el vuelo de algún que otro pajarillo despistado que se asusta a tu llegada, pero también miras al horizonte para saber hasta cuándo gozarás de esta primavera otoñal.
            Desnudos se quedan los árboles y con ellos el dormitar de las estrellas se hace más palpable, sus ramas no ocultan sus bostezos y, sólo cuando al fín el armiño cubra sus hombros, sabremos que la noche ha empezado a anunciar el día. Amaneceres de esperanza renacida dominará la claridad de la mirada y el trabajo silencioso del invierno aparecerá sin ataduras, tan libre como la alegría del trabajo bien hecho para disfrute comunitario.
            Como te digo al principio, Chindas, mi cabeza gira entre los deseos y las obras, así que voy a terminar esta carta esperando tu comprensión y apoyo.

            ¡Hasta la semana que viene! Un abrazo.

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