Chindas recupera la alegría de su ama |
Tal vez, querido Chindas, alguno de nuestros lectores
habituales hayan echado en falta ese diálogo-monólogo que tenemos tú y yo cada
semana y que con gusto compartimos.
El teclado del ordenador ha guardado silencio, sus letras miraban
expectantes las lágrimas que, cual cataratas improvisadas, rozaban las mejillas
de tu ama. Cristalinas aguas que salían del escondite que las emanaba: una
hernia discal de carácter complicado.
Como te digo, las palabras escritas paralizaron su lenguaje
familiar, sólo nuestra mirada se cruzaba y abrazaba la amistad que nos une. Hoy
de nuevo el arco iris ha roto el maleficio de la lluvia tormentosa e insaciable
y luce sus colores dentro del espejismo de la risa.
Las manos expertas del neurocirujano Dr. Antonio Luis Mostaza, de León, su
paciencia laboriosa y profesionalidad reconocida, han hecho el “milagro” de la
sonrisa. Con trato amable, sencillo, lleno de sensibilidad y cercanía dejó caer
sobre el dolor el brote de la esperanza. En su especialidad de la columna
vertebral, miró y analizó mis ayes, sus causas y con el mimo de su saber fue
realizando el trabajo que me ha devuelto a la actividad diaria.
El agradecimiento, por muchas veces repetido, siempre es
pequeño porque la aportación que hacen a la sociedad estos médicos
vocacionales, especialistas en valorar los tormentosos sufrimientos enfermizos
del ser humano e intentar paliarlos con su inteligencia puesta al servicio de
los débiles, hace de esta profesión un digno capítulo de vida que merece ser resaltado
y reconocido.
No puedo Dr. Mostaza por menos de insistir en esta página en
darle las gracias de nuevo. Su mano en la mía abundó en esperanza y hoy siento
su presión con la satisfacción de la amistad surgida.
El esqueleto, mi esqueleto dañado, ha sido consolidado y una
luz nueva llega de lontananza protegiendo su haz de la oscuridad de la
aflicción, volviendo la calma al hogar y tú y yo, mi querido Chindas,
seguiremos escuchando y compartiendo los ecos de la sociedad en que vivimos.
Tus ojos grandes volverán a posarse en los míos mientras mi mano acaricia tu
lomo.
Una gran alegría volver a leer tus reflexiones. Esperemos que sea por mucho tiempo
ResponderEliminarYa te echábamos de menos.
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