Cuantas veces, amigo mío, te has
dejado llevar por ese airecillo cálido y ligero
que a tu olfato regala el aroma de las mariposas, el trino de los
pájaros o la prisa de la liebre cruzando por el campo abierto. Cuantas veces
sin apenas darte cuenta, junto a tus amos, has respirado la brisa del mar de
Castilla y el color del arco iris.
Cuántas veces ha sido el vuelo
rasante entre las nubes el que lleva a todo ser viviente a adivinar presencias. Pero alguna vez ¿te ha
extasiado el vuelo del aire que recorre el mundo sin detenerse en país alguno?
Caricias lejanas se hacen próximas con su leve paso estallando de gozo en la
tez pintada de las razas.
Melodías traídas y llevadas nos
envuelven sin percatarnos de su belleza, sólo aquellos que llevados por el halo
que nimba sus sentidos (músicos les llamamos) son capaces de captar los
arpegios del aire en su rotar perpetuo.
El aire sabe de tormentas interiores
y sigue volando, flotando con la ardua tarea de sosegar a los elementos. Sabe
de soles abrasadores e igualmente intenta paliar sus efectos crueles poniendo
su dulzura con un vuelo cercano y amigo.
Caen la lluvia, el granizo, la nieve,
lo adverso, la enemistad y un fino aleteo de sus brazos embarga de serenidad y
placer al cóncavo río de nuestras vidas.
Vuelo del aire, escondida mano eterna
que siendo tan benefactora apenas divisamos tan necesaria caricia. La montaña
da voces de frescura, el valle recoge sus ecos; el campanil de la torre suena a
su paso, avisa, canta aleluyas con las aves que emigran a lomos de la gran ala
delta de ese aire.
Rojo, amarillo, azul, blanco,
vestidos primarios de la tierra que combina a placer en los mares, en los
suelos y los atardeceres celestes- ¡Ay viento, aire, brisa,/ huracanado devenir
de la historia!/ Revolotea, canta,
sueña/. Viajero de espacios vírgenes/ de urbes plagadas de prisas y
vacíos/ envueltas en pañuelos de seda/ dame tu mano, sentémonos en el prado/
quiero escuchar tu apasionante vivir volando por encima del rompeolas de la
existencia.
Chindas, lancemos al aire nuestra
proximidad amiga, volemos con él a cada hogar que sea capaz de mantener las
ventanas abiertas para empaparse de la sabiduría que trae consigo el viento que
nos visita.
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