Con regocijo llegan a mi mente
palabras familiares que la despoblación llevó consigo. ¡Ay! lamentaban aquellas
voces que enojadas reñían a los/as peruchos de entonces; quitando el tranco
la portonera queda abierta... Respuesta fácil: “váyase a tomar vientos”,
replicaba el pendonero aquél, pingo recalcitrante.
Murmullos
en corrillos de delantal y gesticulación acelerada señalan sin señalar el
indómito devenir de la generación siguiente. Hilos de humos de un mal liado
cigarrillo contemplan la escena y con ojillos de complicidad ríen por la pata
abajo sus añoranzas.
Como
testeles sin dueños vuelan en el tendido los pispajos que se
orean de su salida del desván. Sinan las campanas del mediodía en
algazara monaguil, chiguitos de todos los tiempos saboreando el balanceo de la
cuerda que del badajo pende.
Con
el cabás en la mano y la pizarra y el pizarrín dentro, los mofletes se
colorean con ese viento fresco, helado
más bien que el invierno trae consigo.
Infancia de escuela mixta de entonces, nieve a paladas apartada en estrecho
sendero hacia el saber. Recreo con catiuskas que pisotean el albañal haciendo
saltar las tripas del agua por los aires que recogen el hediondo aroma de su
estancado paraíso.
Con
el cántaro a la cadera la fuente se antoja bálsamo que calma la sed en los
“encuentros” de la tarde. Enfurruñado está el sol con las nubes que le tapan y
una cantinela suena tras ellas con colores que sonrojan o encelan la mirada. Trazas de pocos amigos surgen de
pronto; pico de seda, gracioso y coqueto tapa con premura el sedoso cabello
anudando bajo la barbilla sus puntas de regocijo, procurando no tazar
esos extremos tan bellos.
Otro
momento entrañable, con las coberteras de las ollas los villancicos
sonaban a cena de Navidad, a piñones, turrón y a gallo de cresta roja
desplumado.
Palabras
con holgura que rememoran en esta página, antes en blanco, el vocabulario
popular que amenaza con esconderse para siempre si el mundo rural queda
dormido.
Vocablos silenciados/ lenguaje con sabiduría dentro/
paladar en raíces milenarias/ voces que arrullan nuestros localismos/.
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