Entrañas de
madre expectante, dudosa, con latidos acelerados en la inquietud del silencio.
Voluntario deseo de la vida que en
el seno se pronuncia haciéndose figura. Débil poder del nonato en seguir
formando parte del amor placentero de una hora cualquiera.
Tristeza inmersa en dolor su fugaz
boceto de vida cuando lo deseado se pierde. Tristeza inmersa en dolor cuando lo
no deseado aparece en diminuto abrazo solitario. Lágrimas embargadas de
temor precisamente por esa inmadurez que se asusta ante la grandeza de un ser
pequeño latiendo al unísono con su mismo corazón. Juventud quebrada o madurez
despistada, dilema de responsabilidad.
Arrojar fuera sentimientos, ocultar
frivolidades, seguir la senda del hedonismo señoreando la libertad y dominio poniendo
límites donde precisamente se rebasan los límites de la dignidad personal y
social, pretendiendo acallar lo que la naturaleza siempre sabia regala, dándolo
por baladí, carga, responsabilidad.
Los ríos siguen su curso hacia el
mar y en sus márgenes quedan regatos de sus aguas, pero nunca vuelven a ser
ellos mismos en los cauces que quedaron atrás. Marchita queda la flor si
arrancamos sus pétalos, sólo las de plástico o tela parecen seguir igual con su
belleza falsa.
Aborto, sociedad que frustra el futuro,
que rompe el hilo conductor de la vida apoyando a la oscuridad del desatino.
Mujer dotada para procrear, recrea
tu vida pero asegura que tu cuerpo no sea una tumba abierta; que el vocerío de
la calle no detenga ni amedrente tus sentimientos más íntimos si unos bracitos
se están formando para abrazarte. Las leyes, las ideologías, sólo sirven para
orientarte, no son tu cuerpo, pero tu bebé sí. ¡Empieza a quererte y a
quererlo!, lo demás merece la pena, arriésgate.
Chindas, hoy el tema no lo entiendes
ni lo comprenderías por eso te dejo al margen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario