José María Fernández Nieto |
Hoy Chindas voy
a contarte la última experiencia en la que tú no has estado a mi lado. Mira,
cuando la cabeza se inclina en humilde sumisión a lo inesperado, el asidero a
la esperanza de la ciencia es el clavo ardiendo que sostiene los deseos.
Latidos
improvisados bombean el temor y el gozo a un mismo tiempo. Risas húmedas de
serena conformidad. Ojos vacilantes otean otros ojos, la palabra llega y la
calma descansa al otro lado del embozo.
Paciente que
pace en las verdes praderas del cariño, en el infinito pastizal de la unidad
que envuelve de color el arrullo de los días. Susurros interrogan en recovecos los resultados,
alegría en sus caras. La normalidad se instala de nuevo en esa monotonía que
sirve, que espera, que fortalece.
Canto prolongado
del sentir propio y ajeno, nueva luz en la lontananza de los ayes dominados,
eco de miles de estrellas que rilan produciendo ensoñaciones nuevas.
Hoy el día deja
de lado las tropelías de esos “pocos” que cual oropeles tintinean con su
máscara de gente honrada elegida por el pueblo y centramos la mente en el más
próximo y vital espacio de la familia. Apartar no podemos, sin embargo, los
envites de la política y aunque el cielo luce su flamante y serena limpieza, la
contaminación que a ras de tierra se respira no deja de preocuparnos.
El amoratado
perfil que demuestra el paso dado en pro de la vida hace penar o sonreír a
quien lo mira y en esa amistad sincera los parabienes llegan.
Desvío la
anterior conversación con mi perro porque la prensa trae la penosa noticia de
la muerte de D. José María Fernández Nieto, uno de los poetas más insignes de
Palencia de esta época. Glosar no sé la profundidad de su vida, pero desde este
rincón mío que él conocía, le dedico mi más afectuoso recuerdo.
Poeta de
sueños desprendido,/éxtasis en el cielo que hoy habitas,/ritual de flores que
engalana/ el imperativo revivir de tus palabras./ Adiós amigo de sencilla y
fecunda inspiración premiada;/ del todo no te vas/ del todo no te quedas,/ pero
en cada rincón del tiempo/ la poesía volverá a vivir amorosamente tu
presencia./
Comparto tu reflexión sobre José María Fernández Nieto. Era un gran amigo de mis padres y mío, un gran poeta, pero sobre todo era UN HOMBRE BUENO, en el más amplio y el mejor sentido de la palabra. Descanse en paz.
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