Cayendo
la tarde, la TV ameniza a veces esas horas calladas que distan del ajetreo de
la cena. En estos pueblos pequeños de por sí silenciosos, nos sumergimos e
identificamos con facilidad en el vivir extraño de esas tribus, arrancadas de
su ambiente etíope y de la amazonia ecuatorial, en este caso del programa
“Perdidos en la ciudad”.
Choque
de culturas: violenta manifestación del hedonismo de gentes de Marbella; el sin
sentido de mostrar a los Suris un poderío vacío de valores. ¿Crecen en su
sociedad esos anfitriones exhibiendo la falta de ética de su cotidiano vivir?.
Magnífica
lección las respuestas de las mujeres
suris; las negativas y los interrogantes de los hombres, altos, de piel oscura
y principios “primarios” llenos de sensatez y respeto. Ha merecido la pena
conocer el alma de esa tribu que, adaptándose con educación a cada episodio
programado, ha plasmado su sello de identidad con elevada calificación.
“Pitanza en cuerpo-bandeja alquilado/,
rechazo suri a esta “gracia”/, dignidad aplastada./ Desgastada ironía del lujo
que se exhibe,/preludio de decadencia que marchita viaja/, flores de plástico
en jarrones de plata/. Esto es lo mostrado a toda España. ¡Piensa!,
torpe élite que así se calza.
Ejemplo
sencillo al norte; la familia leonesa ha sabido llenar de vivencias educativas
y de ocio ejemplar esos días de
recíproco entusiasmo. Para esta etnia Shiwiar, colocar ladrillos, bucear,
descubrir que debajo del agua hay también vida; visitar museos, tirarse en paracaídas
con la emoción de demostrar que un jefe nunca es cobarde y valorar la vida de
los pájaros desde el aire; conocer la
catedral (“la casa grande de vuestro Dios, al cual no hemos visto por ninguna
parte”), han sido entre otras, experiencias llenas de contenido para trasmitir
a los suyos al regresar a su poblado.
Dos
manifestaciones de intercambio cultural, de colores distintos pero de una gran
riqueza interior. El programa tal vez sólo ha pretendido ser espectáculo, pero
lo que ha conseguido ha sido algo muy importante: que nuestra civilización
rompa los tabúes y pueda valorar al ser humano
como tal, lleno de un gran mundo
interior aunque se cobije entre árboles.
“Sueños realizados entre el temor y la aventura,/ risas compartidas/,
asustadizo fluir del agua al abrir el grifo/, iluminada luz ante un clic a la
pared pegado/, despertar en un amanecer lejano añorando/,sensación de amor
perpetuado /, hermandad sin horizontes/, selva y España dándose a mano./
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