¡Ay, Señor, Señor!,
qué será de nosotros los bienaventurados si el paro nos deprime y las Urgencias
también detienen el reloj del tiempo a nuestro paso.
Asientos
maltratados por el uso de años, sufridores de traseros pacientes, doloridos y
de comprensible desasosiego.¿Qué pasa en nuestra Sanidad Pública, tan valorada
en algunos aspectos y tan lamentable en otros? Valladolid es “Valladolid” para
los foráneos pero en este Hospital su foto no sale muy favorecida.
Hasta nosotros y
repito los “bienaventurados”, los herederos del Reino, gustamos de la luz, el
decoro, la atención afable y diligente a nuestro dolor. Indiferente mirada del
personal subalterno en el compás de espera ante el único ascensor “en uso” a
nuestro lado, para once plantas. Carros retirando las bolsas de deshecho salen
del ascensor contiguo, de uso exclusivo del personal, paseando por nuestras
narices sus efluvios, a las trece y treinta horas, en la planta de entrada.
Todo un vestuario para la musa de cualquier pintor con garra.
Observo: lutos
prolongados hasta los pies por etnias, queridas por mí, por ejemplo, y
rechazadas por otros, miran sin mirar el paso de ese tiempo que a todos nos
pertenece y que parece les deja indiferentes. De vez en cuando un altavoz mal
sintonizado, llama al paciente (nunca mejor aplicado el adjetivo al sujeto)
para que pase a consulta.
Tambaleando, a tres
pies, después de tres horas en esa entrada señalada y atendida bien por el
médico y enfermera, vuelve el compás de espera para salir a la calle. VEINTE
minutos de espera, si nuestro reloj
marca exacto, hace que al fin el ascensor se detenga en esa tercera planta,
pero no para bajar sino para subir al infinito 11º piso. Esta vez hubo suerte y
nos colamos a apretujones, para poder bajar luego. ¿Qué pasa con el resto que
no pudo entrar y por mucho que pulsen la “flecha roja” de bajada y que por
exceso de pasajeros no se detiene una y otra vez en su incesante uso?.
Es curioso observar
el paralelo del ascensor con el paro, sube sin cesar y cuando baja da
trompincones en las zonas intermedias, temiendo los usuarios caer en el abismo
y darnos aún mayor porrazo, aunque siguiendo el orden de incidencias estamos en
un lugar de Salud y en el mejor de los casos, alguna bata blanca se puede acercar
a ver que ha pasado.
¡Ay Señor, Señor!,
danos un poco menos de bienaventuranza a nosotros y un poco más de
responsabilidad a los Gestores de estas situaciones, a no ser que les tengas
preparado que algún día ellos ocupen nuestro lugar en el contexto de Salud o en
el del paro obligado.
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