jueves, 17 de octubre de 2013

LA HORA DE LAS IDEAS

          Antes de que el reloj marque las cinco de la mañana, mientras tú, Chindas, duermes en el mullido colchón de paja que tú mismo te has fabricado entre los fardos que hay en el patio haciendo caso omiso de la bonita caseta que te fabricó tu socio, mi mente vuela y revuela dando a la noche unas pinceladas de color. La navidad se acerca y hay que pensar en el belén que vamos a exponer este año, más tarde se entrecruzan sugerentes actividades. Los minutos pasan y los ojos se niegan a bajar los párpados así que miran expectantes a la noche recluida en el dormitorio. Delicioso reencuentro con la vida ida y venidera.
            Amanece y por esta idea genial de comunicación virtual me llegan unas diapositivas fabulosas. La belleza de paisajes desconocidos se posan en mis ojos con la leve suavidad de una pluma caída del nido de la misma belleza y esa emoción que fecunda la naturaleza me apresa con sus manos.
            Poseída del placer otorgado, me acomodo en la lectura hasta que la luz del alba me invita a las tareas cotidianas. Horas de ideas creativas personales, ajenas, con proyección a compartir, con satisfacción de ser objeto de depósito de quien o quienes me exponen las suyas. Luna creciente que ocultando tu sonrisa, distraes pero insinúas; serás llena en la medida en que compartas la plenitud de tu sabiduría y la noche aportará al descanso, al sueño, el regocijo de la armonía.

            Mediada la mañana un afilador llama mi atención con ese sonido familiar de infancia que en los pueblos era frecuente oír, esa musiquilla dulce y personalizada del oficio. Unas tijeras de costura abren boca a la muela de afilar y ambas desprenden chispitas de alegría. Bonito cuadro en desuso pero que mantiene la inocencia de un trabajo honrado. Ideas que dan pan a la vida.

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