Casi a la vez que festejábamos la
fiesta de nuestra Comunidad, llegaba la noticia de que Castilla y León no sólo
está entre las autonomías que pierden población, sino que es la más destacada
tanto por el número de habitantes que pierde como por ser la de mayor
porcentaje. Y, por supuesto, si la Comunidad pierde, son sus pueblos y no las
ciudades los que sufren el abandono.
Con la actual dinámica
demográfica, éste es un proceso que tiende a acentuarse y no a remitir.
La concentración en las
macrourbes y sus entornos es posible por los adelantos que permiten alimentar,
proveer de agua, energía y servicios de todo tipo. Así concentran recursos y
estímulos cuantiosos y diversos que atraen a la población. A mayor tamaño, más
recursos, más estímulos y más atracción .
Los pueblos pequeños vienen
despoblándose en primer lugar porque quedan pocos habitantes; sin niños y sin
apenas población jóven que se reproduzca, la tasa de mortalidad muy superior a
la natalidad.
En los pueblos medianos (¿tenemos
grandes?), domina la idea de formarse y salir de ellos en busca de
oportunidades.
La despoblación, pues, de
Castilla y León, sobretodo de sus pueblos, es un fenómeno poderoso que tiende a
reforzarse, por lo que la crítica es fácil y las medidas contra la despoblación
tienen muy difícil el éxito por pequeño que sea éste.
No hay que olvidar que la
emigración ha permitido una mayor calidad de vida de la mayoría que ha emigrado
y también de los que han quedado. A medida que han mejorado las comunicaciones
y la industrialización y, ahora, las nuevas tecnologías, aumenta la
despoblación rural.
¿Qué nos queda? Llorar o provocar
en las mentes pensamientos como los que tuve de joven cuando leí en algún
libro, creo que era de Antonio Machado, unos versos que venían a decir:
Castilla
miserable
ayer
dominadora
envuelta
en sus andrajos
desprecia
cuanto ignora.
Sin grandes concentraciones,
Castilla y León no tiene ningún megacentro de atración. Una red integrada de
ciudades tal vez podría de alguna forma cumplir ese papel.
Hay que trabajar en que los
castellano-leoneses que emigran mantengan una relación calurosa y también
presencias temporales en nuestra Comunidad.
Como los pueblos son los que
definen el paisaje humanizado, el medio ambiente saludable y también el
patrimonio histórico y cultural, no pueden quedar abandonados. Promover el
mantenimiento de la vivienda rural para fines de semana, puentes, vacaciones y
tiempo amplio disfrutando de la jubilación es posible y gratificante por el
contacto con la naturaleza y porque los grupos humanos de contacto directo es
más posible que en la ciudad.
Estos habitantes temporales
podrían tener la doble vecindad de su residencia en la urbe y residencia en el
pueblo con derecho a participar en la gestión de la localidad, a tener
servicios de sanidad, comunicaciones, luz, etc.
Siendo joven los versos de
Machado me daban lástima y pena, pero no los recuerdo como estímulo positivo.
Tampoco creo que las críticas a la situación actual de la despoblación tengan
ningún recorrido positivo. Trabajar y gozar con lo que tenemos hará que la
atracción de lo grande no destroce lo pequeño.