domingo, 29 de abril de 2018

LA DESPOBLACION RURAL


Casi a la vez que festejábamos la fiesta de nuestra Comunidad, llegaba la noticia de que Castilla y León no sólo está entre las autonomías que pierden población, sino que es la más destacada tanto por el número de habitantes que pierde como por ser la de mayor porcentaje. Y, por supuesto, si la Comunidad pierde, son sus pueblos y no las ciudades los que sufren el abandono.
Con la actual dinámica demográfica, éste es un proceso que tiende a acentuarse y no a remitir.
La concentración en las macrourbes y sus entornos es posible por los adelantos que permiten alimentar, proveer de agua, energía y servicios de todo tipo. Así concentran recursos y estímulos cuantiosos y diversos que atraen a la población. A mayor tamaño, más recursos, más estímulos y más atracción .
Los pueblos pequeños vienen despoblándose en primer lugar porque quedan pocos habitantes; sin niños y sin apenas población jóven que se reproduzca, la tasa de mortalidad muy superior a la natalidad.
En los pueblos medianos (¿tenemos grandes?), domina la idea de formarse y salir de ellos en busca de oportunidades.
La despoblación, pues, de Castilla y León, sobretodo de sus pueblos, es un fenómeno poderoso que tiende a reforzarse, por lo que la crítica es fácil y las medidas contra la despoblación tienen muy difícil el éxito por pequeño que sea éste.
No hay que olvidar que la emigración ha permitido una mayor calidad de vida de la mayoría que ha emigrado y también de los que han quedado. A medida que han mejorado las comunicaciones y la industrialización y, ahora, las nuevas tecnologías, aumenta la despoblación rural.
¿Qué nos queda? Llorar o provocar en las mentes pensamientos como los que tuve de joven cuando leí en algún libro, creo que era de Antonio Machado, unos versos que venían a decir:
                                    Castilla miserable
                                    ayer dominadora
                                    envuelta en sus andrajos
                                    desprecia cuanto ignora.
Sin grandes concentraciones, Castilla y León no tiene ningún megacentro de atración. Una red integrada de ciudades tal vez podría de alguna forma cumplir ese papel.
Hay que trabajar en que los castellano-leoneses que emigran mantengan una relación calurosa y también presencias temporales en nuestra Comunidad.
Como los pueblos son los que definen el paisaje humanizado, el medio ambiente saludable y también el patrimonio histórico y cultural, no pueden quedar abandonados. Promover el mantenimiento de la vivienda rural para fines de semana, puentes, vacaciones y tiempo amplio disfrutando de la jubilación es posible y gratificante por el contacto con la naturaleza y porque los grupos humanos de contacto directo es más posible que en la ciudad.
Estos habitantes temporales podrían tener la doble vecindad de su residencia en la urbe y residencia en el pueblo con derecho a participar en la gestión de la localidad, a tener servicios de sanidad, comunicaciones, luz, etc.
Siendo joven los versos de Machado me daban lástima y pena, pero no los recuerdo como estímulo positivo. Tampoco creo que las críticas a la situación actual de la despoblación tengan ningún recorrido positivo. Trabajar y gozar con lo que tenemos hará que la atracción de lo grande no destroce lo pequeño.

viernes, 6 de abril de 2018

¿DESPOBLACIÓN?


Según dicen algunos sabios, la última glaciación se tradujo en una crisis de subsistencia que padecieron plantas, animales y humanos. La unión del “homo sapiens” y el lobo nos permitió superar la crisis y aumentar nuestras poblaciones mientras los neardentales desaparecían.
Hoy el problema no es un fenómeno natural, sino que está en el desarrollo tecnológico y en su implantación, muy diferente según los diversos espacios y mientras unos crecen desmesuradamente, otros se despueblan.
Si hablamos del mundo, no existe preocupación por la despoblación, más bien nos abruma el crecimiento excesivo de la población.
La tecnología actual, y la que se nos anuncia, permite llevar alimentos y todo tipo de provisiones a cualquier agrupación humana, por numerosa que sea.
En el caso de España tampoco parece que la despoblación sea su problema, al menos de momento.
Así que trenes de alta velocidad, autopistas, medios de navegación marítima y aérea y todo el sistema de comunicaciones permite, y de hecho provoca, la aglomeración y también el vacío, tendencia que se refuerza año tras año.
El fenómeno de inmensas aglomeraciones es más intenso en países en desarrollo que en los desarrollados, como muestra el crecimiento de las grandes urbes latinoamericanas, indias, chinas y hasta africanas. Tal vez porque todas carecen de estructura técnica y económica que abarque todo el territorio con eficacia.
Castilla y León no tiene ninguna concentración urbana que atraiga fuertemente y en conjunto no tenemos gran concentración de empresas y servicios. Somos una región no muy poblada, entre centros más dinámicos como Madrid, País Vasco o la Costa gallega. Y la alta velocidad y la red de autopistas y autovías contribuyen más al vaciamiento que al crecimiento interno. No hay posibles soluciones locales ni provinciales.
Sin embargo, a pesar de nuestras carencias, existen también variables positivas como el alto nivel de profesionales, la educación, la cultura, el patrimonio y la situación geográfica, céntrica y no periférica.
Suponemos que con una voluntad conjuntada de vertebrar una red de nuestras pequeñas y medianas ciudades que funcionen como un todo, dispuestas a crear un espacio pletórico de actividad económica, de creatividad e investigación, de hechos culturales y cuidado del patrimonio, puedan hacer que las personas encuentren aquí trabajo, cultura, entretenimiento y posibilidades de una vida atrayente y satisfactoria. Tal vez así podríamos evitar el excesivo envejecimiento y fijar población cambiando la actual tendencia.
Esta empresa es ardua, pero puede resultar ilusionante.