jueves, 30 de agosto de 2012

EL SUEÑO DEL SILENCIO


Hoy Chindas, vamos a dedicar esta reflexión  a nuestra amiga Conchi, de Granada, y a todos los lectores que como ella viven dentro del ruido de sus ciudades y  que, cuando se adentran en el silencio de nuestros pequeños pueblos, “no pueden dormir”.
Sueño, silencio, descanso, relax, felicidad, escucha, amistad, compañía. La grandeza de su existencia.
Sí, la voz del silencio se oye aquí en estos parajes. Tenue melodía de soledad que acompaña, distrae, dulcifica.
Silencio con voz en los árboles que mecen sus hojas a nuestro paso. Voz del silencio que permite oír los trinos de los pájaros al amanecer o el maullar de los gatos en celo.
El silencio, compañero y cómplice  de la soledad de estos lares, duermevela cada noche nuestros sueños y él, así mismo, sueña que envuelve de sosiego y paz nuestro descanso.
El sonido que en las noches de las aldeas se oye, sólo es el parpadeo de las estrellas cuando musitan nuestros  nombres.
Sin ruido el sabio piensa, reflexiona, crea; el mundo se interioriza, el murmullo del aire se engalana y el sol brilla en los espejos del agua.
Bien sabes que cuando un perro ladra con el cielo envuelto en su manto de mago tachonado de estrellas, hasta la luna si ese día brilla, se asusta, se sobresalta y rompe con su gritar perruno, sin saberlo claro, el monacal gran silencio del alma.
¡Chiss! deja que el sueño del silencio termine que ya llegará el alba y pondrá una sonrisa festiva en tu cara descansada.

jueves, 23 de agosto de 2012

EL FRIO ESPANTADO

Chindas no jadees tanto, bebe un poco de agua y escucha.

El frío ha huido como ladrón de madrugada dejando tras de sí el desvelo y el sofocón en el país. Abanicos de colores pasean su gracia al desgaire y sudores musitados se empeñan en aparecer inoportunos en las galerías del sosiego.

Bruscas miradas hacia atrás el termómetro echa y en su bienestar casero el mercurio ha perdido su huella. El frío huye de espanto ante los incendios provocados por pirómanos amantes del desierto y el tizón, enemigos del abrazo y la bufanda. Se une a ellos la ola africana y el fulgor del sol, ¿qué respuesta esperan?

Cuando agosto pone punto final a las vacaciones y las rebecas de punto desean salir a pasear colgadas del brazo de sus dueños por si el cierzo aparece, nubarrones, no del cielo sino de la política, anuncian un nuevo mes “lluvioso” para el acalorado estado social.

¡Ay Chindas! no sé si tú entiendes este desmadre del tiempo. Los vítores y esperanzas cambian como la climatología, el fogoso añora el frío y el friolero el calor. ¿Dónde nos situamos los que tenemos la cabeza puesta en la confianza de la beneficencia de ambos estados climáticos?

Calentar los ánimos con verborrea fácil es como llevarnos de excursión al desierto africano y a los “turistas” nos tienen que regalar unas cuantas botellas de agua si quieren que les sigamos con la garantía de que cuando se acaben habrá repuesto.

Cuando tú y yo nos conocimos nos dimos un margen de confianza, tú no me ibas a morder si yo respetaba tu espacio y a tu vez sabías que en el mío también habías de tener la misma consideración y así seguimos, de distinta naturaleza pero unidos en el bien común. ¿Es tan difícil que los humanos dirigentes aúnen esfuerzos?

El frío huye y yo me voy con él, no soporto la incongruencia y la falsedad, el calor sofocante de la duda de unos y otros. ¿Será posible que en Marte el panorama social sea distinto? Por si acaso tú, Chindas, y yo vamos a viajar los primeros. ¿Se apunta alguien más?

viernes, 17 de agosto de 2012

LOS JUEGOS OLIMPICOS DE LONDRES

Tú y yo mi querido Chindas poco sabemos de esos deportes de élite que se visten con medallas de oro, plata y bronce. Ingenuos campesinos seríamos si pensásemos en discernir sobre ellos; al fin sólo hemos sido meros espectadores del oído. A nuestro lado han pasado forofos que decían haber ganado tal o cual medalla y tu y yo nos mirábamos sorprendidos porque en ningún momento habían viajado allá donde la ilusión y el afán de victoria se hermanaban con la decepción si no conseguían su objetivo de triunfo.

En uno de esos días en que los medios se felicitaban por la gesta del jamaicano Usain Bolt, tú conseguiste la más inusual velocidad de dos competidores campestres. Con tu chapa de lata identificándote al cuello y tus patas apenas hollando la rodadera derecha del camino que limita con la margen del Canal de Castilla, perseguías ciego de esfuerzo y placer a una liebre que se regodeaba de tu sentido de orientación.

Chindas, mi fiel amigo, buscabas el triunfo, conseguir para tu orgullo subir al pódium y mirar a tu alrededor con la pieza entre tus fauces, pero… ¿quién perseguía a quién? La astuta y veloz liebre aprovechó una curva para despistarte y se colocó detrás de ti, luego buscó el lado que seguramente tienes más débil el oído y casi en paralelo te seguía a una velocidad increíble y tu despiste era aún mayor.

¿Quién no ha pensado alguna vez que el éxito de una empresa siempre se encuentra mirando hacia adelante y comete el error de no mirar de vez en cuando atrás?

Vuestra pericia en el arte de correr fue el mejor espectáculo que recuerdo: ¡una liebre persiguiendo a un perro! Una nueva encrucijada separó felizmente vuestros caminos y en el semblante emocionado de tu amo ha quedado grabada esta carrera, paralela a la olímpica, de dos grandes plusmarquistas nacidos para gozar de la fortaleza y astucia de vuestras cabezas y patas.
Así me lo ha contado y así lo cuento para recreo de los que aprecian estas cosas.

miércoles, 8 de agosto de 2012

SAN MIGUEL


Acabamos de celebrar la fiesta de San Miguel que, como sabes, se ha adelantado por aquello de “honrar” a los veraneantes. Día grande en el pueblo y tú, mi querido Chindas, te has quedado afónico de tanto ladrar a la jarana de la calle.
Charanga en pasacalles y visillos semi levantados fisgan el paso de las notas que se escapan de los instrumentos. Risas de papel recortado aparecen en la añoranza de largos años pasados de otras fiestas, de un entorno que rompe el silencio invernal de vecinos en miniatura.
El duende de San Miguel vencedor de mil batallas celestiales ha ido visitando casa por casa los rincones para alejar de ellos a los enemigos de la risa, de la armonía, de la fiesta.
Juegos de artificio son los niños que corren por las calles en bicicleta o patines. Alegría colgada en los cables de la luz que en rutas imaginadas surcan el cielo para iluminar el gozo  de un día compartido. Tanguilla que agrupa la destreza y precisión de lanzamiento de hombres y mujeres que con entusiasmo  intentan llevarse el premio. Coros y Danzas con dulzaina cuyos tonos agudos daban a sus movimientos el grato placer de aunar los latidos de los espectadores.
¿Sabes?, manos hábiles han aportado sus trabajos en una exposición. Teodoro y Fernando con sus obras, excelentes por cierto, en madera, Maribel sus cuadros en óleo, Lucía labores delicadas, Amaya decoración de vasijas, Joaquín (90 años), artesanía del calzado, su hijo de igual nombre decorados varios, Conchi cuadros en estaño y Jose García varios puzles de cuadros estupendos. Una flor en cinc cuyos pétalos llevan el nombre de los niños nacidos de hijos del pueblo en los últimos años, hecha por Lorenzo, fallecido recientemente, ha sido el broche con el que hemos querido honrar su memoria. Nuestra enhorabuena por la participación.
Tarde de teatro, evocador del gracejo de otros tiempos, el vivir rural con sus pasos  torpes  y su simplicidad elocuente. Baile, verbena, cenas familiares y de amigos coronaron un año más este día de San Miguel.
Chindas, tú has permanecido en la libertad de tu corral, pero en la calle también esa libertad ha estado  sujeta a las normas básicas de convivencia, se ha expresado con la serenidad  de ser una familia, un pueblo unido que sabe divertirse con dignidad. 
Lanza un ¡GUAU! en aplauso para todos al cual me uno.

sábado, 4 de agosto de 2012

LAS CALLES. La calle.


Centros sociales de algazaras, de pasos lentos y prisas en broma o pasos acelerados de llamada. Sombras en ellas con reflejos de luna; acicaladas por la nieve, por la lluvia impetuosa, acariciadas por la brisa. Avenidas o rúas, sostenes de la vida en colectividad que paralelan su encanto con las nubes, con el celeste mirar de las alturas.
Las calles acogen el trino de los pájaros en este amanecer de domingo y recogen con sus manos el despertar de la noche, acompañando también a la soledad en sus paseos de invierno.
Calle, que tú, mi fiel mascota, añoras pisar sus portones anchos llamados libertad, aunque en ocasiones enfaden a tus dueños tus escapadas no autorizadas. Sí, hoy hacemos un canto a aquellas calles de tierra que sostuvieron nuestras pisadas de niños. Aquel charco enlodado que hacía las delicias del pisotón que salpicaba gozoso el calzado y hasta la ropa. El bastón o cachava del abuelo dejaba su huella de apoyo y seguridad en un hoyo marcado por el lento y virtuoso transitar de su vida.
¡Ay Chindas! qué maravillosos recuerdos guardan bajo el asfalto; firme que hoy cubre esa tierra para no manchar  un ápice el caminar de todos pero que siguen escuchando el parpadeo de las estrellas, el chirrido de los goznes de las puertas en desuso azotadas por el viento.
Ecos de cánticos o silbidos lejanos que dejaron su impronta en matinales o nocturnas rondas, al regreso del trabajo, al atardecer enamorado…, éstos y muchos más son irisados pasajes de su historia. En cada ciudad, en cada pueblo, se las identifica con un nombre más o menos sonoro o importante a quien va dedicada: un mecenas a quien su municipio agradece sus dádivas; al hijo ilustre o al prócer nacional, y donde  son más destacados otro tipo de favores  se las llama de los Remedios, de los Suspiros,… Aquí tú conoces la calle de las Bodegas, de la Tercia, de la Iglesia y otras. Es fácil saber dónde nos llevan las mismas. Ayer leí en un pueblo vecino un nombre más curioso, la calle “Salsipuedes”.
Seguro que cada lector conoce el devenir de sus andadas por nombres entrañables que  identifican su hogar, sus amores y sus sueños. Espero que juntos brindemos por esos añorados rincones callejeros.