miércoles, 18 de febrero de 2015

AMIGOS

                   
A José María Hernández
            
        Veloz y entristecida cayó la mañana en nuestra provincia. Golpe desparramado en la sensibilidad de tus amigos, porque todos cuantos te hemos conocido eramos eso, amigos. La nieve, como armiño en tus espaldas, puso su nota de despedida aumentando el ardor de la fiebre. Deber cumplido el tuyo, acto generoso en pro de los sencillos moradores de la altura.

            Algo se muere en el alma cuando un amigo se va..., reza la canción y hoy Palencia ha escenificado el multitudinario devenir de la tristeza llenando tu recuerdo de flores. Tu bondad y sentido de servicio se mezclaba con el aroma del cariño. En ti queda escrito el sabor de lo eterno.

            Día de luto, amigo, por tu temprana marcha/ melancolía en el corazón por el fuego de la amistad apagada/ tristeza en los ojos que no volverán a ver tu sonrisa amable y la mano tendida.

            Has emigrado José María al cielo de los creyentes llevando en el maletín de viaje nuestros ayes y demandas. La noche ha anochecido el día, pero era la luz la que esperaba tu llegada. Dolor quedas en tu hogar y en todos los pueblos de la provincia, porque en todos, tu huella será reliquia de tu cargo y amistad sagrada.

            Las campanas de la Catedral sonaban a aleluyas en el horizonte celeste pero aquí, eran sonidos de dolor amarrando el momento final de tu historia entre nosotros. Miraremos una vez más las estrellas para descubrirte entre ellas oteando nuestros destinos rurales y tu sueño de vida digna se hará realidad.

            Gracias por tu legado de honradez y simpatía. No miraremos hacia atrás, como era tu lema de vida."Somos el tiempo que nos queda, uno no sabe lo que va a pasar mañana, por eso hay que darlo todo" nos decías.

            En Mª Antonia, tu mujer, seguiremos contando con tu presencia de amistad fiel y cercana. Se feliz ahora que la luz sin impurezas ilumina tu rostro. Un abrazo.

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