jueves, 25 de noviembre de 2010

El Estado Laico

Toda convivencia, aunque sea buena, tiene sus aristas. Disponemos de un amplio corral, mi reino. En él, está mi casa, en él corro, descanso, juego, como, persigo a gatos intrusos y a pájaros despistados. También es espacio de mis socios que tienen huerto, tiestos, leñera y hasta el montón de cenizas de la cocina de leña y de la gloria. Como perro escarbo en la tierra, revuelvo las cenizas o desgarro con mis dientes lo que esté a mano y claro, tiestos que se rompen, plásticos para las heladas rasgados y bronca...
Así que he salido al campo con mi socio con cara de pocos amigos y enmudecidos. El ejercicio nos ha relajado y él ha comprendido que yo soy un perro y por mi parte le he reconocido su calidad de persona y suelto el discurso henos aquí zascandileando sobre las relaciones Iglesia-Estado.


En España, como en todos los países modernos, el Estado es laico, independiente y separado de la Iglesia. En la juventud de mi socio les explicaba que la unión Iglesia-Estado era legítima y buena, vamos que formaban un santo matrimonio. Hoy esta unión es concebida como un torpe contubernio y todos nos sentimos satisfechos de la separación.
Pero tantos años, tanta historia compartida y las tensiones de toda separación generan aún roces, quejas y pequeños enfrentamientos.
Laico es un término clerical de origen griego y con la palabra laico se referían al fiel, miembro del pueblo de Dios pero que no pertenecía al cuerpo sacerdotal y jerárquico y como equivocadamente se ha identificado a la Iglesia con la Jerarquía, hoy entendemos por Estado laico el que no está ligado a ninguna jerarquía, a ninguna Iglesia.
La concepción del Estado Moderno incluye, en igualdad de derechos, a todos los ciudadanos, sin distinguir razas, culturas o que sean religiosos, agnósticos o ateos. No está mal el nombre de Estado laico, el estado de todos los que forman el pueblo de un país y en esta separación de Iglesia-Estado, al menos en la cultura occidental, estamos de acuerdo creyentes y no creyentes.
Mas, con todo, sigue habiendo conflictos. Por una parte, grupos religiosos que se sienten poseedores de la verdad, no se contentan con anunciarla y convencer, algo democráticamente correcto, sino que quieren imponerse con condenas y descalificaciones. Por otra parte hay grupos laicistas que creen que toda creencia religiosa es un fraude o al menos es ciega y quieren relegar a las religiones al mundo íntimo y personal y como una concesión, al interior de los templos y se les niega cualquier actividad o pronunciamiento público.
Un Estado moderno es soberano e independiente y gestiona la convivencia, la seguridad, promoviendo el bienestar general y los derechos de las personas; pero no es totalitario y respeta la sociedad civil que goza de enorme pluralidad de proyectos, funciones y asociaciones económicas, culturales, deportivas, festivas, laborales y también religiosas, que tienen su propia vida y que intentan influir y opinar en las decisiones políticas que les atañen.
No es pensable que estas asociaciones y el Estado estén en continua confrontación, aunque surjan diferencias, y que a veces colaboren y reciban apoyo y recursos del Estado.
¿Qué espectáculo más natural ver a Zapatero reunido con la patronal o al Rey asistir a una carrera de Fórmula 1 apoyando a Alonso? La misma naturalidad existe cuando un ministro, creyente o no, asiste a la inauguración de la Sagrada Familia, de una Sinagoga o de una Mezquita.
¿Puede haber imágenes religiosas en una escuela pública, que por supuesto, es laica?
Como símbolo oficial no, es lógico, pero ¿por qué no como expresión de la sociedad civil igual que se puede colgar un cuadro de Nadal, de Gandi o de Severo Ochoa y lo mismo de Buda, de Jesús, de Moisés o de Mahoma? ¿Cómo se pueden considerar ofensivas imágenes de personas tan notables?
A los creyentes cristianos el Evangelio nos anuncia que Dios no se manifiesta en los templos, sino en el pobre, en el preso, en el desvalido, en el injustamente perseguido y como anhelamos el reino de la justicia y de la paz, en el trabajo y el esfuerzo por conseguirlo nos encontraremos con todos los hombres de buena voluntad. No nos podemos quedar en los puros sentimientos interiores, ni en el culto en los templos.
Los laicistas recalcitrantes lo tienen crudo, aunque mas bien, muchos de ellos, se sentirán a gusto con los creyentes en defensa de las causas justas.
Los grupos religiosos integristas, si son de buena voluntad, acabarán comprendiendo que es el mismo Dios el que creó al hombre inteligente y libre y el Dios de la revelación y que Cristo no vino a imponer un dogma o una doctrina sino a anunciar el reino de la voluntad de Dios, que es un mundo más justo, más pacífico, donde triunfe el amor sobre el odio...un mundo más humano.
Separación, pero pacífica. Independencia, pero colaboración.

Veremos si mis socios y yo nos aplicamos el cuento.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Orgullosos de Cataluña

No hay sol. Los cielos cubiertos y una sutil neblina reducen el paisaje al entorno de Requena y los pueblos limítrofes. El viento, al no ser fuerte y sí constante, apenas mueve las ya peladas ramas de los chopos. Este tiempo, no extraño en otoño, parece tender al recogimiento. La tierra alienta en sus entrañas la germinación de las simientes en ella depositadas. Estoy contento y aturdo a mi socio con carreras, saltos y empujones.
Y como estamos contentos, hablemos de Cataluña.

Motivos no nos faltan. No hace mucho se consagró la Sagrada Familia de Barcelona y están en plena campaña electoral.
Los ojos se hacen chiribitas y el corazón se esponja cuando recordamos las vivencias del tiempo pasado en aquellas tierras y con aquellas gentes.
Gerona, el lago de Bañolas, la costa Brava, paisaje e historia. Tarragona romana, viñedos del Panadés, recuerdos mediterráneos. Barcelona, ciudad tan clásica y tan moderna, tan ociosa y trabajadora, tan universal y tan selecta, posada junto al mar y recostada a las faldas del Tibidabo. Lérida, la conocemos menos pues no hemos vivido en ella pero ha de ser maravillosa.
Cataluña, tierra de arribada y de salida, crisol de pueblos con un muy notable patrimonio histórico, artístico y cultural y un más impresionante acervo activo actual.
Sociedad abierta pero al mismo tiempo poseedora de una personalidad propia, arraigada y arrolladora que integra a los que sin nacer en ella en ella viven.
Para quienes la queremos, aunque la observemos hoy desde fuera, su tierra, sus gentes, su economía y su cultura se nos muestran con buena salud y aunque seamos riojanos o castellanos o de cualquier otro rincón de España, nos sentimos orgullosos de Cataluña pues la consideramos nuestra.
Sí que tienen, como todos, sus problemas y defectos y el mayor, a nuestro parecer, es la carencia parcial de lo que más presumen: el “seny
Históricamente al menos no han dado siempre muestras de gran cordura. Se arruinaron en guerras civiles al final de la edad media. Eligieron después el aislamiento, y con todas sus posibilidades, vegetaron durante dos siglos. Se acogieron al rey francés para evitar las cargas peninsulares y, aparte de la guerra, cayeron sobre ellos otras mayores. Eligieron el candidato austriaco, el perdedor, a la muerte de Carlos II y se quedaron sin fueros como castigo del Borbón,
No obstante es un pueblo que sabe sobreponerse a las adversidades. La pérdida de los fueros les permitió el comercio con América y con todos los territorios peninsulares. Resultado, Cataluña en desarrollo. Después de nuestra guerra civil, fruto de nuestras miserias e insensatez, se quedó sin autonomía y sin el uso público de su idioma, pero supo trabajar y fue el motor del comienzo de la transformación económica del país.
Y atrajo a aragoneses, andaluces gallegos, castellanos... y no sólo les proporcionó trabajo sino que los integró, los hizo nuevos catalanes.
Parece que también ahora les puede faltar un tanto el seny. Demasiados partidos, demasiadas divergencias, alejadas, nos parece, de una sociedad menos dividida que sus políticos. Les falta confianza en la fuerza de su identidad, de su cultura y de su economía. Creen que éstas peligran, que son atacadas por no sabemos quién, y que se requieren medidas de defensa y de separación.
Pero ¿se imaginan una población trilingüe o cuatrilingüe, catalán, español, inglés, francés y su posición abierta al Mediterráneo, a Europa, al mundo con toda España detrás?
Paradójicamente es cierto que Cataluña da mucho más de lo que recibe del resto de España, pero al mismo tiempo recibe mucho más de lo que da. Será por lo de las sinergias de la unión.
Pase lo que pase en estas elecciones y en próximo o medio futuro, pues a largo plazo todos calvos, Cataluña nos mola... Barcelona la ciudad que se ha remodelado a partir de los juegos olímpicos, la Sagrada Familia, edificio imponente, imaginativo, luminoso, mediterráneo, único. El Barça, equipo envidia de propios y extraños, cantera de la selección española.
Por eso que con todos sus problemas, aunque se los critique o los critiquemos, con sus excesos de arrogancia unidos a una quejumbrosa manía de temores infundados, estamos orgullosos de los catalanes, de ti, amigo en los años mozos de mi socio, de ti Antoni Samsó , orgullosos de vuestra Cataluña.

El sol aparece tímidamente en el horizonte antes de ponerse. Seguimos con nuestra alegría.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El maestro anarquista

Tengo siete meses y medio. Ya soy casi un adulto.
Estas tardes de otoño serenas y maravillosas son ideales para gozar de la naturaleza. Hoy, subiendo al páramo, hilamos la hebra con nuestro vecino que iba recogiendo setas de cardo. Después por la parva del canal en la parte alta, que llamamos conejeras, he dado unas cuantas carreras sin importarme la maleza y los cardos y por ellas he recibido cariñosas palmadas, mientras recibo reproches cuando en el pueblo persigo algún gato. Dicen que estoy recibiendo una sana educación sin amaestramiento ni rígidas normas de aprendizaje.

En el Insti de Carrión, que fue el Insti de mi socio, comentan con gracia el curso sobre competencias básicas y los descriptores que las definen. 10 competencias básicas que se expresan a través de unos 8 descriptores cada una, dan como 80 apartados a tener en cuenta en la programación. Cuando oigo estas cosas sólo puedo decir ¡guau!
Eso sí, entendemos que no está nada mal, que si se habla de educación general básica, se tengan claros los objetivos de la misma que no son unos conocimientos específicos sino más bien unas competencias esenciales y necesarias para el hombre de hoy y que se recojan los descriptores que las definen, es decir, los límites de esas competencias.
Una buena formación y actualización de los maestros es determinante para la calidad de la enseñanza primaria siempre que no olvidemos que un niño no es un robot, ni un ordenador, ni un móvil y que no se puede determinar las reglas de su funcionamiento y las prestaciones que de él podemos obtener. Es un ser sensible, inteligente y espontáneo y necesita un trato sensible, inteligente y espontáneo.
Para ello el maestro ha de ser vocacional, es decir gustarle la profesión, lo que no es difícil pues está en el instinto humano gozar con el alegre desarrollo de sus infantes. Por supuesto que como toda profesión tiene sus dificultades y sinsabores. Pero con profesores que “sufren” su profesión, la programación de competencias con sus descriptores no será suficiente y menos mal que el ser humano es adaptable y duro y puede resistir una educación rígida y triste.
El ser humano puede responder de forma impredecible a los estímulos que le afectan, esto hace que la programación educativa no puede ser ni fija ni cerrada, sino que ha de estar abierta y ser corregida y adaptada continuamente.
Es chocante, a veces desconcertante, pero siempre maravilloso, ver cómo reaccionan los niños y es bochornoso dedicar largas sesiones de programación, burocracia y papeles ingentes pensando que todo se puede fijar y que alumnos de clases diferentes y maestros con su propia personalidad y espontaneidad deban actuar de idéntica forma y seguir los mismos caminos en la obtención de unas competencias básicas.
El maestro vocacional ha de estar bien formado, tanto por sus estudios como por el trato con sus alumnos y diálogo con sus compañeros, a esto llamamos experiencia. Esto le permitirá actuar con plena libertad sin estar pendiente de normas y órdenes educativas que lo envaren y amarguen su quehacer. Ha de ser, como las madres, natural y espontáneo, es decir un perfecto maestro anarquista, sin estar dependiendo continuamente de la ley y de la norma.
El anarquista es un ser libre, sensato y con disciplina interior. Sin esto no se es anarquista sino botarate, y actuará para que sus alumnos sean también libres, sensatos y autodisciplinados. No se triunfa cuando se consigue que sean sujetos cumplidores sometidos a las normas y al estudio cuando lo es por amedrentamiento.
¿Ardua tarea? Bueno, hay que considerar que la escuela no es ni la educadora única, ni siquiera la principal. Toda la sociedad es la formadora de sus hijos: la familia, los amigos, los compañeros, los medios de comunicación, los valores que expresa esa sociedad...
No todo lo soluciona una buena escuela, pero todos conocemos jóvenes o viejos maestros que han calado profundamente en nuestra formación o en la de nuestros allegados, también el frustrante y amargo sabor que nos han dejado otros.

No sé como sería como maestro mi socio; como criador de perros no se da demasiada maña, pero le aprecio y por eso, a veces, hasta le hago caso.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La vieja Iglesia

El domingo 24 de octubre estuvo Ricardo a decir misa. Yo le esperaba alegre, pues suele pasar a saludarme, pero no vino. Un bautizo en Piña le obligó a partir nada más terminada la misa.
Era el día del Domund, día mundial de las misiones. Al cura se le iluminaba la mirada al hablar de las nuevas comunidades cristianas, al leer unos párrafos de una carta que le enviaban de una Parroquia de Guatemala. Allí el Reino era anunciado con la integración activa de la comunidad en programas de educación, de desarrollo... Mientras, se le ensombrecía el rostro al contraponer lo expuesto a las actitudes de la vieja Iglesia europea.
¿Qué marca la preocupación de Requena? El cómo conseguir la reparación del tejado del último tramo de la iglesia que es la torre y campanario. Asunto de patrimonio ¿y?

Lo cierto es que el sermoncito traía desazón. Pero aún quedan motivos para la esperanza. Sigue habiendo cristianos llenos de sed de justicia, solidarios, que creen y viven el amor, ya que todos somos hijos del mismo Padre.

Nos ha dejado un hombre luchador solidario y justo, Marcelino Camacho. No era creyente, pero desde sus inicios en la lucha sindical hubo cristianos a su lado y los sigue habiendo en aquellos lugares donde se requiere corazón y están acompañando a las personas que, de otras creencias o increencias, luchan por los valores humanos de la solidaridad y la justicia.

Dos instituciones católicas han sido noticia estos días: Manos Unidas, premio Príncipe de Asturias de la solidaridad y Cáritas que ayuda a 800.000 familias españolas en la actual situación de crisis.
Y es que en el vetusto árbol de la Iglesia católica europea sigue habiendo hojas y frutos anunciadores del Reino de Dios, Reino de justicia de amor y de paz. Tal vez tenga ramas anquilosadas, podridas y hasta muertas, pero tiene vida.
Esta semana veremos a Benedicto XVI en Santiago y Barcelona y la televisión nos mostrará a los peregrinos, los fieles, los pastores y el pontífice: el rostro de la Iglesia, ¿hasta qué punto reflejará el rostro de Dios?
En la parroquia de San Lázaro de Palencia vivió y murió un hombre sencillo de nombre Máximo, mi socio lo trató y dice que sí, que en él, como en otros como él, sí se vislumbraba el corazón y el rostro de Dios.