jueves, 11 de noviembre de 2010

El maestro anarquista

Tengo siete meses y medio. Ya soy casi un adulto.
Estas tardes de otoño serenas y maravillosas son ideales para gozar de la naturaleza. Hoy, subiendo al páramo, hilamos la hebra con nuestro vecino que iba recogiendo setas de cardo. Después por la parva del canal en la parte alta, que llamamos conejeras, he dado unas cuantas carreras sin importarme la maleza y los cardos y por ellas he recibido cariñosas palmadas, mientras recibo reproches cuando en el pueblo persigo algún gato. Dicen que estoy recibiendo una sana educación sin amaestramiento ni rígidas normas de aprendizaje.

En el Insti de Carrión, que fue el Insti de mi socio, comentan con gracia el curso sobre competencias básicas y los descriptores que las definen. 10 competencias básicas que se expresan a través de unos 8 descriptores cada una, dan como 80 apartados a tener en cuenta en la programación. Cuando oigo estas cosas sólo puedo decir ¡guau!
Eso sí, entendemos que no está nada mal, que si se habla de educación general básica, se tengan claros los objetivos de la misma que no son unos conocimientos específicos sino más bien unas competencias esenciales y necesarias para el hombre de hoy y que se recojan los descriptores que las definen, es decir, los límites de esas competencias.
Una buena formación y actualización de los maestros es determinante para la calidad de la enseñanza primaria siempre que no olvidemos que un niño no es un robot, ni un ordenador, ni un móvil y que no se puede determinar las reglas de su funcionamiento y las prestaciones que de él podemos obtener. Es un ser sensible, inteligente y espontáneo y necesita un trato sensible, inteligente y espontáneo.
Para ello el maestro ha de ser vocacional, es decir gustarle la profesión, lo que no es difícil pues está en el instinto humano gozar con el alegre desarrollo de sus infantes. Por supuesto que como toda profesión tiene sus dificultades y sinsabores. Pero con profesores que “sufren” su profesión, la programación de competencias con sus descriptores no será suficiente y menos mal que el ser humano es adaptable y duro y puede resistir una educación rígida y triste.
El ser humano puede responder de forma impredecible a los estímulos que le afectan, esto hace que la programación educativa no puede ser ni fija ni cerrada, sino que ha de estar abierta y ser corregida y adaptada continuamente.
Es chocante, a veces desconcertante, pero siempre maravilloso, ver cómo reaccionan los niños y es bochornoso dedicar largas sesiones de programación, burocracia y papeles ingentes pensando que todo se puede fijar y que alumnos de clases diferentes y maestros con su propia personalidad y espontaneidad deban actuar de idéntica forma y seguir los mismos caminos en la obtención de unas competencias básicas.
El maestro vocacional ha de estar bien formado, tanto por sus estudios como por el trato con sus alumnos y diálogo con sus compañeros, a esto llamamos experiencia. Esto le permitirá actuar con plena libertad sin estar pendiente de normas y órdenes educativas que lo envaren y amarguen su quehacer. Ha de ser, como las madres, natural y espontáneo, es decir un perfecto maestro anarquista, sin estar dependiendo continuamente de la ley y de la norma.
El anarquista es un ser libre, sensato y con disciplina interior. Sin esto no se es anarquista sino botarate, y actuará para que sus alumnos sean también libres, sensatos y autodisciplinados. No se triunfa cuando se consigue que sean sujetos cumplidores sometidos a las normas y al estudio cuando lo es por amedrentamiento.
¿Ardua tarea? Bueno, hay que considerar que la escuela no es ni la educadora única, ni siquiera la principal. Toda la sociedad es la formadora de sus hijos: la familia, los amigos, los compañeros, los medios de comunicación, los valores que expresa esa sociedad...
No todo lo soluciona una buena escuela, pero todos conocemos jóvenes o viejos maestros que han calado profundamente en nuestra formación o en la de nuestros allegados, también el frustrante y amargo sabor que nos han dejado otros.

No sé como sería como maestro mi socio; como criador de perros no se da demasiada maña, pero le aprecio y por eso, a veces, hasta le hago caso.

4 comentarios:

  1. Leyéndote a ti me hago cargo del tipo de Maestro que fue tu socio... inteligente, creativo, cálido y discreto. Dale un lametazo de nuestra parte.
    (Botarate del Sem Tob)

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  2. ¿Y dices que tu "socio" ya está jubilado?
    ¡Qué pena! con lo claro que parece tener esto de la educación, algo que las administraciones y algunos "docentes" hacen tan complicado .....

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  3. Sobre todo los "docentes que sufren" su profesión. ¡Lo tienen crudo!
    Ya pueden ir bucándose otra, o terminarán de los nervios. Y lo peor de todo, sus alumnos ¡también!

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  4. Chindas, ni te cuento lo que digo yo cuando oigo hablar de las dichosas "competencias", ¡no se puede publicar!

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