viernes, 26 de mayo de 2017

MATERNIDAD DE ALTURA

Observa, Chindas, el nido de la cigüeña y su cigoñino al lado en la torre de la iglesia. ¿Ves el azulado cielo envolviendo a esta pareja unida? Miran los padres a su polluelo con dedicación y constancia, nunca lo dejan solo, ambos se turnan en el cuidado y alimentación. El otro hijo cayó del nido y quedó tendido en el suelo.

Sueño eterno con plumones de algodón vistiendo su cuerpo. Desde la altura una mirada nada más seguida de un crotoreo, a modo de lamento.

Mes de mayo renaciendo y festejando el Día de la Madre. Olor a ramos de flores, a cariño, a festejo familiar, a añoranzas de esa ausencia que se hace presente.

Maternidad de estreno y maternidad peinando canas; corazón abierto, que disculpa y abraza. Celebración de domingo, con ausencia de los hijos en otros días de la semana. Amor sentido en la profundidad del alma, que dura más allá de la lluvia, los truenos e incluso la granizada. Camino siempre abierto a la casa.

Maternidad de altura en rincones abandonados, en hogares rotos y en chabolas que apretujan; en barcazas o caravanas de deshecho. Brazos cobijando, compartiendo el calor de los latidos del corazón. Cordón umbilical nunca cortado, risas compartidas, lágrimas enjugadas, mano tendida para ayudar a levantarse tras la caída.

Disculpa en la debilidad o en la soberbia; siempre hay un motivo para perdonar en el corazón de una madre. Perfume de mayo en las manos rugosas que preparan la comida que “recuerdan” como manjar casi olvidado en sus nuevos hogares.

En el silencio de ese sentimiento, el padre aparece anodino, el protagonismo se lo lleva ella, el motor de la embarcación de la familia. Navegar juntos es  tarea diaria y las olas lo saben cuándo se ondulan en ese mar a su paso. Unidad, hogar, nido, alimento y apoyo incondicional.

Hijos emplumando las alas para cruzar el horizonte y vivir en libertad. Atalaya vigilante esperando el retorno.


jueves, 4 de mayo de 2017

AGRADECIMIENTO

El sábado día 29, como sabes querido Chindas, presentamos el libro titulado “El Museo de la Tierra Labrada”, en Frómista. Dada la concurrencia al acto, es hora de que mostremos nuestro agradecimiento a cuantos asistieron y muy especial a los colaboradores que hicieron posible su éxito.

A José Mª Nieto, periodista gráfico del ABC de Valladolid, que dirigió el acto. Al Dr. Enrique Ortega, prologuista del libro, de León. A nuestro amigo J. Ramón Lagunilla por el excelente trabajo audiovisual. A la empresa LOA Proyectos Creativos, editora, que ha sabido vestir nuestros pensamientos escritos con elegancia y profesionalidad. Y cómo no, a Rodolfo Puebla, director del Museo, quien con su entusiasmo ha unido en un abrazo las espigas del campo y la hoz. Los aperos oxidados han adquirido el brillo del recuerdo cariñoso de las manos que se sirvieron de ellos.

En especial también a los vecinos de Requena de Campos que se desplazaron a esta localidad para acompañarnos, mostrando así su afecto. Gracias a todos y cada uno de los amigos de antes y a los de ahora, por la atención de hacer con su presencia un acto digno. El camino de la Cultura, con mayúscula, se muestra transitando por senderos sencillos, pisando los escenarios de las letras aunque éstas lleguen plasmadas con plumas rurales.

Cálamos entintados dejan las huellas del tiempo en el libro del Museo Histórico Etnográfico de Frómista; evocaciones y sentimientos se aúnan para elevar la profesión del agricultor con sus luces y sombras. Pasado laborando con sudor y esfuerzo, con medios rústicos. Sabor de hogar al regreso, abnegación reflejada en las salas como testigos mudos de nuestro presente. Abuelos, padres, amigos cultivando. Nosotros, sus descendientes, recordando con la mirada la grandeza de su amor; en cada objeto hay latidos de sus vidas por lo que invitamos a todos a visitarlo.

Gracias de nuevo. Con las alegres notas de un acordeón, Avelino y Emma de Dios dieron fin a la presentación literaria.

Mi querido Chindas, en síntesis puedo decirte, que fue una jornada agradable.

¡GUAUUU...! por mi ama.