Cuando el dolor y la devastación
aparecen unidos, algo atenaza e impacta en el corazón humano. Hoy es en Italia
y la India, las distancias desaparecen y la desolación hace eco en todo el
mundo. Sangre teñida de muerte, escombros sepultando las ilusiones sin mirar
las edades, vistiendo de yeso y tierra el placer de vivir.
Bomberos y voluntarios entregan
su esfuerzo en recuperar hálitos de esperanza, gemidos sepultados que confían
en ser hallados para respirar libres de la opresión que los atenaza. Lágrimas
alrededor, cuyas pupilas sólo alcanzan a ver sus casas derribadas, sus
recuerdos rotos e inaccesibles.
Cámaras y TV filmando el cruel
destino de unos pueblos sencillos; ruinas que fueron hogar donde el amor
residió, donde el sol iluminaba las estancias a través de las ventanas, el
mismo sol que mimó sus fachadas. Zapatos desparejados olvidando al compañero
que recorrió en compañía la campiña. Imágenes de silencio gritando soledad bajo
los escombros. Niños que no conocerán la alegría de jugar. Jóvenes cuyos sueños
han quedado truncados por el sismo… Pesar en esas calles que dejaron de ser
límite de viviendas y vías de convivencia, gotas de lluvia del alma.
Abrazos de reencuentros en el
exterior sobre los restos dolidos de los familiares sepultados. ¡Ah dolor
atormentado que respirando tristeza, ríe a la caricia que le permite seguir
viviendo! Cae la tarde y el trabajo es arduo. Perros policías siguen husmeando
las oquedades y su olfato arranca atisbos que acelera la excavación intentando
llegar a tiempo de salvar otra vida. Extraordinaria labor la del cuerpo de
bomberos, nacionales y extranjeros que aportan su experiencia y entrega
personal a ésta y otras tareas dolorosas y de riesgo. Desde aquí nuestro
reconocimiento.
Terremotos, voces de la tierra
sumergida, tormenta lejana de los abismos, noche bajo nuestros pies con fuego
en las entrañas. Sin flores ni luz que recree la vista mueve sus ansias de
protagonismo hiriendo, adueñándose del horizonte saltando por los aires la
maravillosa realidad del mundo creado en su superficie.
Incendios y escombros atenazan
hoy nuestro corazón apesadumbrado, aquí y allí hermanamos los desastres y con
la débil aportación de nuestros sentimientos, esperando que tras el crepúsculo
de vuestras lágrimas nos veáis a vuestro lado y la confianza renazca de nuevo
en el futuro que os espera.