jueves, 28 de noviembre de 2013

El papa y la mama

           Es frecuente, mi querido Chindas, oír a los jóvenes de hoy día cuando hablan de sus padres llamarlos papa o mama. ¡Qué barbaridad en boca de un adulto!, decía S. Pablo (1ª Cor. 13) “cuando era yo niño hablaba como niño, pensaba como niño..., cuando llegué a adulto desaparecieron las cosas de niños.” Qué pasa en nuestra sociedad que se empeña en no salir de la infancia o echar por tierra el más bonito y entrañable vocablo de nuestra lengua como es padre o madre.
            Supongo Chindas que si tu fueses un perro “muy moderno” dirías ¡guay! en vez de ¡guau! y todos tus congéneres se asombrarían de tu infantil y poca cultura canina, de modernismo callejero y de la fuerza de tus ladridos echada a perder. Así pues, amigo mío, me pasa a mi cada vez que oigo nombrar así a sus progenitores a personas culturalmente educadas. Pero fíjate en otro término que sí admito: mamá o papá. ¿Diferencia? por supuesto, el acento da énfasis al cariño pronunciado, sale de la infancia para adentrarse en la profundidad de la madurez lingüística que abraza.
            Recuerdo que en Sudamérica la palabra papa se aplicaba a la patata y mama es igual a teta. ¿No es un poco malsonante llamar con esta connotación a seres tan queridos? Sé que muchos de nuestros lectores no estarán de acuerdo con cuanto pienso pero si reflexionan un poco me darán la razón. Los niños balbucean en los primeros meses, en el idioma que sus allegados les enseñan, pero ningún españolito/a dice mama, sino ma-má o pa-pá ¿no es así?.
            Regalo de la infancia es el mimo,/los brazos que le acunan,/ el pecho que alimenta acariciando, latiendo al unísono./Voz que enseña elaborando el lenguaje de la vida,/ que perpetúa su umbilical unión y orienta en paisajes desconocidos,/ para que su edad crezca y su dignidad sea admirada./ Maravillosos años que si no evolucionan, quedan al margen de la edad adulta.

            Chindas, como el mensaje, para que llegue ha de ser breve, alabemos a quienes tengan el propósito de que en nuestra España el idioma mantenga su pureza y con cariño hablemos con propiedad.

jueves, 21 de noviembre de 2013

CHISPITA

       Chindas está enojado conmigo, mira desafiante tras el cristal de la puerta del patio. ¿Motivo?, un nuevo inquilino en la casa que le altera y desea echarle la zarpa cuanto antes para que las caricias sólo sean para él; Nano su segundo rival, es menos enemigo que este gatito al que llamamos Chispita.
Hoy
            Sí, Chispita, como podéis ver en la foto, es una bolita frágil y de piel finísima, apenas tiene mes y medio y aunque no cuenta con pedigree de alcurnia tiene todo el atractivo que los gatos callejeros poseen. Juega sin cesar y acaricia cuanto toca, es vivaz y su mirada ilumina la nuestra. Limpio desde el primer día, apenas abrió los ojos y buscó su water particular, la arena.¡Qué fácil es encontrar paz y compañía en animales cuyo vivir es compartir y dar afecto!
            Cada día los medios siguen tintando de pesadumbre nuestros sentidos, el paro, sus efectos, las generaciones sepultadas en la apatía del ocio, el cierre de empresas por la morosidad del cliente que sigue con las manos vacías, aunque su voluntad le lleve a actuar en contra de sus principios. Tiempos repartidos entre el desánimo y la tenue esperanza. Al otro lado de esta situación lamentable llena del injusto proceder de unos pocos que no reparan en que “la arena” está para algo cerca de ellos, evitando así que caiga en la sociedad su pertinaz basura, los civiles de a pie gozamos de pequeños placeres que nos aportan animales como mi celoso y buen perro, Chindas, o el recién llegado gatito y nos acostamos cada día con la sensibilidad mimada por seres diminutos pero próximos, cuyo placer está en darnos y recibir equilibrio y bienestar.
            Lecciones de animales de cuatro patas/ a humanos de eventos de ocio para llenar el ocio/ de ventas de aire envasado, de promesas de escritorio en papel mojado,/ de deshumanizado mirar a la lontananza del vecino por si se acerca demasiado y le arrebata el puesto en la atalaya./
            Volviendo a nuestro propósito de ver las cosas y mostrarlas con otra mirada,terminamos soñando una vez más con un cántico de ilusión que resuene en cada hogar: si tras la tragedia del ocio laboral eres capaz de reír ante pequeños estímulos,/ salvada está tu existencia porque volverá a renacer el futuro,/ volverán tus manos a crear holgura y la alegría será la luz que ilumine tu vida. Ante la desfachatez del día recrea la noche con tu esperanza.


jueves, 14 de noviembre de 2013

FILIPINAS: el huracán Yolanda

       Chindas, no insistas ni rabees a mi alrededor, es día de caza y no puedes salir a correr por el campo, ni siquiera por el pu
eblo, que te conozco bien y un gato o una liebre aceleran tus neuronas. Hablemos pues del huracán que ha azotado estos días Filipinas. Sé que a ti te suenan muy lejanas y desconocidas esas islas que forman un gran archipiélago más próximo a China que a España, desde luego, pero como somos amigos tienes que escuchar mis pensamientos como yo pretendo participar de los tuyos.
            Eolo, enfurecido con Neptuno por aquella partida de mus que le hizo quedar en ridículo con sus amigos, ha empleado su poder lanzando contra él todo el veneno que sus pulmones almacena sin medir las consecuencias que a terceros afecta, en este caso a los habitantes de esa zona.
            Lágrimas de estrellas que a voces piden bajar del tobogán de la furia del viento y el mar/; manos invisibles se aferran al dolor estrujando aún más su desesperada huida.
            Páginas con imágenes doloridas nos llegan con la noticia, gritos de escombros sepultando esos otros que silenciosos quedan. Búsquedas del cariño perdido en la confusión, brazos en alto reclamando sosiego, pisadas tambaleantes en el vertedero en que se han convertido sus casas y calles. Dolor con mayúsculas que trae y lleva sin rumbo a salir del infortunio. Desde la distancia sentimos la impotencia para detener a esos dioses del Olimpo y lamentamos lo sucedido uniendo nuestro pequeño esfuerzo en solidaridad con los humanos afectados.
            Sí, Chindas, el corazón de nuestro ser puede ser cruel, egoísta, falto de sensibilidad en todo aquello que nos contraría como en este dios del viento, pero también posee la bondad, mansedumbre, generosidad... y, sobre todo, la capacidad de amar en la cercanía y en la distancia.
            Miles son las victimas de tal tragedia y los supervivientes necesitan alimentarse, vivir.
            Islas con dolor acumulado, multiplicado, el mar borró sus orillas, las playas dejaron de ser gozo y solaz, el cielo ocultó su belleza tras la furia del aire. ¡Ay, efímera estancia perecedera del placer! ¡Ay, niños, cuya risa se arrastra intentando encontrar una mano que les devuelva su crecer fuera de esta mutilada infancia.!

            Lloran las islas las sonrisas idas, las ilusiones anegadas, el cántico desoído, el vivir recreado. De la triste realidad brotará de nuevo la esperanza y emergerán los corales hasta alcanzar la cima y el sol iluminará su belleza balanceándose en las cañas de azucar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

LOS PUEBLOS MENORES

              Chindas, ahora que nos han dejado solos los “veraneantes” y nuestros pasos resuenan en las calles lavadas por la lluvia y exentas de macetas en sus fachadas, hablaremos de la inigualable dormición de los sonidos, de la vida musitada de los pocos vecinos que poblamos municipios menores de cincuenta habitantes. Ayuntamiento propio en nuestro caso, pedáneos otros muchos, con  más población que en el que tú vives y recorres a placer.
            Luci, a la que tú bien conoces porque siempre te acaricia, es una gran entusiasta del medio rural y valora cada detalle del potencial de valores que en estos asentamientos existe, me insta todos los días a expandir el horizonte entre todos aquellos que se aferran a refugiarse en la ciudad y entre los pasivos que carecen de ese horizonte en sus pueblos de residencia minoritaria.
            Colectividad dispersa, resignada senitud a la ausencia de juventud en su entorno; vegetar en sosiego haciendo ramilletes de alegrías visitadas y esperar, siempre esperar, que la enfermedad pase de largo y todos los vecinos sigamos dándonos los buenos días cada mañana.
            Ramos de flores en las losas del recuerdo en estos días se han depositado; un año más, amigo Chindas, la evocación de quienes agrandaban el pueblo y participaban de nuestras risas se hace presente .
            Sentimientos aparte, amigo mío, vamos a describir algo de lo que hay en un pueblo pequeño. Bien, en el nuestro el Canal de Castilla es el rey de la otrora “Villa”, del señorío de Requena, pero “para situarle”, amigo lector, te pido que juntes tus manos formando un cuenco no muy profundo y lo introduzcas conmigo en las mansas aguas del Canal de Castilla que se señorea en él en su ramal norte. Trata de atrapar la luna que se refleja; miles de espejuelos se escaparán de tus dedos y los que en ellos quedan configuran esta población. Es tan pequeña que sentirás el deseo y el gozo de pasear tu mirada por sus calles, vivir sus vivencias, adentrarte en sus sentimientos. Si así haces, rescatarás su alma del lecho del olvido”. (del libro: Requena : Donde la Soledad se viste de Luz.)       
            Sigue existiendo el abrevadero, desapercibido para el visitante, pero el mismo libro nos revela su encanto:”Sonido del agua que cae por ese reguero abierto; que tintinea y galopa del canal al abrevadero. Lapislázuli engarzado en fino collar de plata. Gargantillas desprendidas que al pilón caen y éste recoge en su seno embelesado de tener en él tanto aguinaldo, tanta frescura...”
            Muchos son los rincones que se atesoran en estas aldeas o municipios pequeños, cada detalle cuenta y cada observador es “alguien”, su presencia es personalizada, no colectiva, y acogida con la naturalidad de una amistad naciente.

            Chindas, no podemos extendernos más sobre estos “Campos de soledad, que ves ahora...” donde habitamos, y terminamos invitando a quienes buscan paz, creatividad y silencio a que nos visiten.