jueves, 26 de noviembre de 2015

LAS CORONILLAS

Mi querido Chindas:
            De nuevo aquí me tienes escribiéndote, esta vez con una observación que quizás te haga reír por el tema en sí. Verás, hace unos días estuve en unas Jornadas de Trabajo y el aforo del recinto estaba a un 80% lleno. Desde mi butaca la vista iba y venía, de los responsables de las mismas, a los compañeros de "fatigas" que me precedían en el patio. Sus cabezas oscilaban según los temas y, esa coronilla que los años y la alopecia dibujaban, hizo sonreír a mi interior. Bonito espectáculo de generosidad, entrega, cansancio dominado e ilusiones renacidas en cada objetivo realizado, en cada esfuerzo envuelto en oropeles de sencillez y servicio comunitario.
            Testas decoradas con filamentos plateados en las sienes y brillante camino despejado en el centro hablaban de madurez, de años regateando con el peine una coquetería de estilo. Intercalando en la sala los asientos, de vez en cuando una melena rubia (hoy casi todas las mujeres lucimos ese color, para suavizar la edad), en este caso jóvenes promesas, daba un toque de satisfacción a mi paladar visual. Alguna morena o moreno sin canas, también daba un punto a esa plataforma que desde mi atalaya contemplaba.
            Créeme querido Chindas, que hubo muchos aplausos a los exponentes de los distintos servicios que manifestaban su disponibilidad para facilitar nuestro trabajo, pero faltó ese gran aplauso, que yo desde mi interior di, a esos hombres y mujeres que día a día hacen posible la concordia, el bienestar social, el sosiego y la paz de los pueblos, mejorando las estructuras, manteniendo las prestaciones que facilitan comodidad y convivencia vecinal.
            No todo se mueve en la sociedad por dinero, he aquí el mejor ejemplo, tantos alcaldes y corporaciones que el único interés que les impulsa es el bien común, sin remuneración alguna. Dar y darse sin medida, haciendo de las críticas un paréntesis de reflexión y seguir tendiendo la mano a cuantos precisan estrecharla.
            Si, Chindas, es bonito tener ojos para ver y oídos para oír. Recordando la oración de San Francisco se la dedicamos a todos estos amigos que albergan la bondad en su corazón: "Señor, haced de mí un instrumento de Vuestra paz:
                       donde haya odio, ponga yo amor,
                       donde haya ofensa, ponga yo perdón,
                       donde haya discordia, ponga yo armonía,
                       donde haya error, ponga yo la verdad... “ 
            
           Teniendo por bandera estos principios, seguro que haremos de nuestros pueblos un lugar entrañable. ¡Y tú que lo veas!

            Como siempre, un abrazo y hasta la próxima semana.

jueves, 19 de noviembre de 2015

LOS BOLARDOS

Querido Chindas:
            Hoy mi alma está bloqueada como los bolardos que detienen los pasos de vehículos de La Plaza. Mil pareceres me rodean y las convicciones no convencen. Sueños de realidades que progresen la armonía sin dañar a nadie aparecen desgastados por ese individualismo que domina a la colectividad. Nos va a tocar luchar, amigo Chindas, hasta conseguir que cada vecino o visitante sea integrado e integrador de este proyecto de futuro espacioso y cuidado que nos propiciará horas felices y mirada limpia.
            Bolardos, inocentes postes que protegen a los peatones de los vehículos impacientes por dominar todos los espacios con su "poderío" sin respetar las zonas peatonales. Sois redondos para que los niños no se dañen, bajitos como ellos para servirles de asiento en sus juegos, decorativos y hasta, si me apuras un poco ¡elegantes! Sí Chindas, se eligieron así por esas ventajas y esa estética, dando al entorno un cariz nuevo. Los pueblos avanzamos en la medida que, con pequeños detalles, vamos creando sensibilidad artística y círculos de conviencia, de sosiego y protección.
            Días de niebla van matizando las luces y desde este lugar tan abierto, apenas distinguimos los árboles del Canal (de Castilla) que tan grandioso paisaje nos ofrece a poquísimos metros del pueblo. Ruidos de tractores terminando su faenar en las tierras enlazan la sencillez de tantos días de soledad que nos acompañan. Se que tú, mi querido perro, estás gozando corriendo por los campos persiguiendo al aire muchos días, jugueteando con las hierbecillas y el vuelo de algún que otro pajarillo despistado que se asusta a tu llegada, pero también miras al horizonte para saber hasta cuándo gozarás de esta primavera otoñal.
            Desnudos se quedan los árboles y con ellos el dormitar de las estrellas se hace más palpable, sus ramas no ocultan sus bostezos y, sólo cuando al fín el armiño cubra sus hombros, sabremos que la noche ha empezado a anunciar el día. Amaneceres de esperanza renacida dominará la claridad de la mirada y el trabajo silencioso del invierno aparecerá sin ataduras, tan libre como la alegría del trabajo bien hecho para disfrute comunitario.
            Como te digo al principio, Chindas, mi cabeza gira entre los deseos y las obras, así que voy a terminar esta carta esperando tu comprensión y apoyo.

            ¡Hasta la semana que viene! Un abrazo.

jueves, 12 de noviembre de 2015

PAREJA SENTIMENTAL

Querido Chindas:
            Esta semana te escribo con el sabor de la convivencia ajena hecha añicos. Cinco mujeres han sido asesinadas de manos de sus parejas o ex parejas"sentimentales": luto en el alma del hogar, niños viviendo la venganza de ese amor ficticio.
            Seguro que al leer esto no entiendes nada del comportamiento humano que golpea el horizonte del querer que une. Vivir con alguien, en su día a día compartido, es una opción de cariño, de respeto, de cómplices miradas que asedan las horas altas y bajas, el llanto de los hijos, los problemas económicos o de salud de la familia. La afrenta que recela y deteriora esa convivencia es, en muchas ocasiones, fruto de la inmadurez con velo de novia. La pasión, desbordando los cauces de la sensatez, de una juventud con prisa por degustar el rincón llamado del "amor de mi vida".
            Una de las víctimas es de 65 años y me dirás que su inexperiencia ya no es tal, ¡ay! amigo mío, qué largos vericuetos habrá recorrido esta mujer para fiarse de entrañas semejantes.
            Contemplo el atardecer de este día del veranillo de San Martín y es digno de perpetuar esas nubes tornasoladas. Un aire suave mueve las hojas caldera de los castaños y éstas caen balanceándose, hasta tocar el suelo, uniendo su rostro a otras verdes aún, ya caídas, alfombrando de serenidad el espacio. Días de sol, lluvia, tormentas, nieve, elementos cotidianos que conviven contigo también y que cada uno te, o nos, aporta lo mejor de sí mismos.
            Mujeres, víctimas del hogar que añoraron en las bambalinas del cariño, donde la espera, el regreso del amado daba alas, afanaba las tareas para la acogida y el corazón latía a un ritmo inusual. Mujeres, que posiblemente, cometieron el delito de no ser perfectas, que agotaron los pañuelos de sinsabores y alzaron la voz en algún momento hasta "huir" del menosprecio.
            Madres, con segunda oportunidad de ser felices lejos del maltratador, arropando a sus hijos, dándolos equilibrio y cariño a raudales, en dos días sus vidas se han roto para siempre. La religión enseña el perdón a tiempo, el diálogo sin voces ni agresiones; hoy todo lo religioso es rechazado por la sociedad y estos valores están a la baja según constatamos. Hedonismo y supremacía impera en el "macho ibérico" dentro de muchos hogares y su asociación de sentimientos salta por los aires. ¿Dónde queda lo de pareja sentimental?.
            Chindas, me pregunto qué podemos hacer nosotros para que la sociedad cambie, eduque en principios y armonice. Escuela, escuela y escuela de valores, asignatura pendiente en la enseñanza. Todas las ciencias son necesarias y los profesores se encargan de enseñarlas, pero la nota más alta debe ir en la formación humana de los niños, jóvenes, adultos... tarea de Maestros vocacionales. Si queremos una sociedad equilibrada, la mejor puntuación académica, repito, debe pasar por la valoración del maestro.
            Me despido Chindas, pidiéndote un ¡guauuu...! larguísimo por estas mujeres que dejaron su estela de dolor tintado de rojo en nuestros corazones y a las que deseamos una paz gozosa.

            Hasta el próximo jueves, mi fiel amigo.

jueves, 5 de noviembre de 2015

III CARTA A CHINDAS

Mi querido Chindas:
          Anoche cuando volvía de la casa del abuelo a la nuestra, sentí algo especial y te voy a comentar lo que pensé. Vacío está el silencio en la calle durmiendo, fina lluvia le acaricia velando su sueño y los párpados de la noche tiemblan con los luceros. Pisadas a media noche cabilan, sorprendiendo al paseante de pasos humedecidos, con sombras mudas de abandono. Un gato aparece en escena, se asusta y cruza la calle corriendo. Silencio de farolas, coloridos descendiendo. Crujir de puerta de entrada, tranco con ganas de lecho.
         Despertar del Día de los Santos, fe recostada en el recuerdo, flores acompañando. Sentimientos encontrados del ayer y el hoy, añoranza y cariño entrelazados. Soleando el camino de los pasos idos, el pintor llena su paleta de verdes y marrones a los lados, alfombrando así la tierras que fueron surcadas con cantares y esfuerzos. A unos metros del cementerio, el Canal pone su nota azul llevando hasta el mar, pasando por exclusas y ríos, el devenir de la vida, deteniéndose en pequeños rincones con la brevedad de la risa.
         Misterio, amigo Chindas, del vivir y el morir, etapas de luces y sombras, de ilusiones y lágrimas. En este día de reflexión donde las bondades reposan, se me antoja rememorar la infancia, las caricias recibidas de padres y abuelos, de familiares; todo lo compartido con amigos y vecinos. La historia, nuestra historia personal, se acrecienta y achica dando paso a la emoción. Bajo las losas que protegen, yacen los amores sagrados que fecundaron generación tras generación, la esperanza de la felicidad eterna.
         Nace la vida, hoy en ecografía observada y una sonrisa de amor contempla ese futuro que traerá ilusión al crecimiento, que abrazará a los suyos y seguirá el camino de la vida en común dando a la noche día y a la lluvia espacio de claridad y bonanza.
         Un nuevo año se aproxima a pasos agigantados y la nieve envolverá de blanco nuestra mirada. Espero que desde el patio o desde tu caseta sigas acariciando muestra amistad y tus ¡guauuuus! permanezcan unidos a nuestro cariño, más allá de las fronteras del "más allá" que en  estos días tenemos presente.

         Un abrazo. Te volveré a escribir la próxima semana.