Querido Chindas:
Hoy
mi alma está bloqueada como los bolardos que detienen los pasos de vehículos de
La Plaza. Mil pareceres me rodean y las convicciones no convencen. Sueños de
realidades que progresen la armonía sin dañar a nadie aparecen desgastados por
ese individualismo que domina a la colectividad. Nos va a tocar luchar, amigo
Chindas, hasta conseguir que cada vecino o visitante sea integrado e integrador
de este proyecto de futuro espacioso y cuidado que nos propiciará horas felices
y mirada limpia.
Bolardos,
inocentes postes que protegen a los peatones de los vehículos impacientes por
dominar todos los espacios con su "poderío" sin respetar las zonas
peatonales. Sois redondos para que los niños no se dañen, bajitos como ellos
para servirles de asiento en sus juegos, decorativos y hasta, si me apuras un
poco ¡elegantes! Sí Chindas, se eligieron así por esas ventajas y esa estética,
dando al entorno un cariz nuevo. Los pueblos avanzamos en la medida que, con
pequeños detalles, vamos creando sensibilidad artística y círculos de
conviencia, de sosiego y protección.
Días
de niebla van matizando las luces y desde este lugar tan abierto, apenas
distinguimos los árboles del Canal (de Castilla) que tan grandioso paisaje nos
ofrece a poquísimos metros del pueblo. Ruidos de tractores terminando su faenar
en las tierras enlazan la sencillez de tantos días de soledad que nos
acompañan. Se que tú, mi querido perro, estás gozando corriendo por los campos
persiguiendo al aire muchos días, jugueteando con las hierbecillas y el vuelo
de algún que otro pajarillo despistado que se asusta a tu llegada, pero también
miras al horizonte para saber hasta cuándo gozarás de esta primavera otoñal.
Desnudos
se quedan los árboles y con ellos el dormitar de las estrellas se hace más
palpable, sus ramas no ocultan sus bostezos y, sólo cuando al fín el armiño
cubra sus hombros, sabremos que la noche ha empezado a anunciar el día.
Amaneceres de esperanza renacida dominará la claridad de la mirada y el trabajo
silencioso del invierno aparecerá sin ataduras, tan libre como la alegría del
trabajo bien hecho para disfrute comunitario.
Como
te digo al principio, Chindas, mi cabeza gira entre los deseos y las obras, así
que voy a terminar esta carta esperando tu comprensión y apoyo.
¡Hasta
la semana que viene! Un abrazo.
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