Esta
semana te escribo con el sabor de la convivencia ajena hecha añicos. Cinco
mujeres han sido asesinadas de manos de sus parejas o ex
parejas"sentimentales": luto en el alma del hogar, niños viviendo la
venganza de ese amor ficticio.
Seguro
que al leer esto no entiendes nada del comportamiento humano que golpea el
horizonte del querer que une. Vivir con alguien, en su día a día compartido, es
una opción de cariño, de respeto, de cómplices miradas que asedan las horas
altas y bajas, el llanto de los hijos, los problemas económicos o de salud de
la familia. La afrenta que recela y deteriora esa convivencia es, en muchas
ocasiones, fruto de la inmadurez con velo de novia. La pasión, desbordando los
cauces de la sensatez, de una juventud con prisa por degustar el rincón llamado
del "amor de mi vida".
Una
de las víctimas es de 65 años y me dirás que su inexperiencia ya no es tal,
¡ay! amigo mío, qué largos vericuetos habrá recorrido esta mujer para fiarse de
entrañas semejantes.
Contemplo
el atardecer de este día del veranillo de San Martín y es digno de perpetuar
esas nubes tornasoladas. Un aire suave mueve las hojas caldera de los castaños
y éstas caen balanceándose, hasta tocar el suelo, uniendo su rostro a otras
verdes aún, ya caídas, alfombrando de serenidad el espacio. Días de sol,
lluvia, tormentas, nieve, elementos cotidianos que conviven contigo también y
que cada uno te, o nos, aporta lo mejor de sí mismos.
Mujeres,
víctimas del hogar que añoraron en las bambalinas del cariño, donde la espera,
el regreso del amado daba alas, afanaba las tareas para la acogida y el corazón
latía a un ritmo inusual. Mujeres, que posiblemente, cometieron el delito de no
ser perfectas, que agotaron los pañuelos de sinsabores y alzaron la voz en
algún momento hasta "huir" del menosprecio.
Madres,
con segunda oportunidad de ser felices lejos del maltratador, arropando a sus
hijos, dándolos equilibrio y cariño a raudales, en dos días sus vidas se han
roto para siempre. La religión enseña el perdón a tiempo, el diálogo sin voces
ni agresiones; hoy todo lo religioso es rechazado por la sociedad y estos
valores están a la baja según constatamos. Hedonismo y supremacía impera en el
"macho ibérico" dentro de muchos hogares y su asociación de
sentimientos salta por los aires. ¿Dónde queda lo de pareja sentimental?.
Chindas,
me pregunto qué podemos hacer nosotros para que la sociedad cambie, eduque en
principios y armonice. Escuela, escuela y escuela de valores, asignatura
pendiente en la enseñanza. Todas las ciencias son necesarias y los profesores
se encargan de enseñarlas, pero la nota más alta debe ir en la formación
humana de los niños, jóvenes, adultos... tarea de Maestros vocacionales. Si
queremos una sociedad equilibrada, la mejor puntuación académica, repito, debe
pasar por la valoración del maestro.
Me
despido Chindas, pidiéndote un ¡guauuu...! larguísimo por estas mujeres que
dejaron su estela de dolor tintado de rojo en nuestros corazones y a las que
deseamos una paz gozosa.
Hasta
el próximo jueves, mi fiel amigo.
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