jueves, 4 de septiembre de 2014

DESPEDIDA A NUESTRO CURA PÁRROCO

                          
      Ayer, último día de agosto, se despidió de nuestra parroquia D. Jesús Manuel Herreros Recio. Con sentido poético y entrañable comenzó su despedida, al finalizar la misa, con ese gran poema de Machado: "Caminante no hay camino". Todo pasa y todo queda/ pero lo nuestro es pasar/ pasar haciendo caminos/ caminos sobre la mar./     
        Durante dos años exactamente ha sido nuestro compañero de viaje en este peregrinar, ha compartido la amistad sincera de los vecinos, sus vicisitudes, sus inquietudes y su soledad. Ha llenado de cánticos las celebraciones litúrgicas para dinamizar los espíritus decaídos y dar un sentido más colectivo a la oración.
            Su tiempo dominical ha sido un tiempo de compañía, de caminar con todos y cada uno facilitando esa ruta de espiritualidad que allana esos caminos sobre la mar, en este caso diremos que  sobre el mar de Castilla, Campos concretamente.
            Besó como despedida la pila bautismal donde la mayoría fuimos bautizados para animarnos a no perder esa fe que nos legaron nuestros padres. Un gesto entrañable y simbólico.
            Cuando un sacerdote se hace próximo y muestra su calidad humana con una sonrisa siempre a punto, algo se mueve en el alma que eleva y aparca esas dudas religiosas que a muchos retrae o juzgan. ¡Curas así se necesitan en esta Iglesia que parece empieza a entender que el Evangelio es acogida y no rechazo para obtener un trozo de verdad del amor del Dios-Creador en nuestro destino final!
            D. Jesús Manuel, desde nuestro mini-pueblo, le damos las gracias por su tiempo y dedicación. Las obras del templo van saliendo adelante con su afán de sostenibilidad de este patrimonio que tenemos y dignidad que merece un templo religioso.
            Terminamos esta pequeña reseña con Isaías 52: " Dichosos los pies del mensajero que llevan a anunciar la Buena Nueva..." Esperamos siga en su nuevo destino en su línea de hacer el bien con la sencillez que le caracteriza.
            De nuevo y por escrito le damos otro aplauso y su huella permanecerá con agrado en todos los que hemos tenido el placer de conocerle y tratarle. Deseamos que su madre tenga el orgullo de leer nuestro afecto a través de estas líneas. ¡Enhorabuena señora por tener un hijo así!

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