miércoles, 8 de agosto de 2012

SAN MIGUEL


Acabamos de celebrar la fiesta de San Miguel que, como sabes, se ha adelantado por aquello de “honrar” a los veraneantes. Día grande en el pueblo y tú, mi querido Chindas, te has quedado afónico de tanto ladrar a la jarana de la calle.
Charanga en pasacalles y visillos semi levantados fisgan el paso de las notas que se escapan de los instrumentos. Risas de papel recortado aparecen en la añoranza de largos años pasados de otras fiestas, de un entorno que rompe el silencio invernal de vecinos en miniatura.
El duende de San Miguel vencedor de mil batallas celestiales ha ido visitando casa por casa los rincones para alejar de ellos a los enemigos de la risa, de la armonía, de la fiesta.
Juegos de artificio son los niños que corren por las calles en bicicleta o patines. Alegría colgada en los cables de la luz que en rutas imaginadas surcan el cielo para iluminar el gozo  de un día compartido. Tanguilla que agrupa la destreza y precisión de lanzamiento de hombres y mujeres que con entusiasmo  intentan llevarse el premio. Coros y Danzas con dulzaina cuyos tonos agudos daban a sus movimientos el grato placer de aunar los latidos de los espectadores.
¿Sabes?, manos hábiles han aportado sus trabajos en una exposición. Teodoro y Fernando con sus obras, excelentes por cierto, en madera, Maribel sus cuadros en óleo, Lucía labores delicadas, Amaya decoración de vasijas, Joaquín (90 años), artesanía del calzado, su hijo de igual nombre decorados varios, Conchi cuadros en estaño y Jose García varios puzles de cuadros estupendos. Una flor en cinc cuyos pétalos llevan el nombre de los niños nacidos de hijos del pueblo en los últimos años, hecha por Lorenzo, fallecido recientemente, ha sido el broche con el que hemos querido honrar su memoria. Nuestra enhorabuena por la participación.
Tarde de teatro, evocador del gracejo de otros tiempos, el vivir rural con sus pasos  torpes  y su simplicidad elocuente. Baile, verbena, cenas familiares y de amigos coronaron un año más este día de San Miguel.
Chindas, tú has permanecido en la libertad de tu corral, pero en la calle también esa libertad ha estado  sujeta a las normas básicas de convivencia, se ha expresado con la serenidad  de ser una familia, un pueblo unido que sabe divertirse con dignidad. 
Lanza un ¡GUAU! en aplauso para todos al cual me uno.

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