sábado, 4 de agosto de 2012

LAS CALLES. La calle.


Centros sociales de algazaras, de pasos lentos y prisas en broma o pasos acelerados de llamada. Sombras en ellas con reflejos de luna; acicaladas por la nieve, por la lluvia impetuosa, acariciadas por la brisa. Avenidas o rúas, sostenes de la vida en colectividad que paralelan su encanto con las nubes, con el celeste mirar de las alturas.
Las calles acogen el trino de los pájaros en este amanecer de domingo y recogen con sus manos el despertar de la noche, acompañando también a la soledad en sus paseos de invierno.
Calle, que tú, mi fiel mascota, añoras pisar sus portones anchos llamados libertad, aunque en ocasiones enfaden a tus dueños tus escapadas no autorizadas. Sí, hoy hacemos un canto a aquellas calles de tierra que sostuvieron nuestras pisadas de niños. Aquel charco enlodado que hacía las delicias del pisotón que salpicaba gozoso el calzado y hasta la ropa. El bastón o cachava del abuelo dejaba su huella de apoyo y seguridad en un hoyo marcado por el lento y virtuoso transitar de su vida.
¡Ay Chindas! qué maravillosos recuerdos guardan bajo el asfalto; firme que hoy cubre esa tierra para no manchar  un ápice el caminar de todos pero que siguen escuchando el parpadeo de las estrellas, el chirrido de los goznes de las puertas en desuso azotadas por el viento.
Ecos de cánticos o silbidos lejanos que dejaron su impronta en matinales o nocturnas rondas, al regreso del trabajo, al atardecer enamorado…, éstos y muchos más son irisados pasajes de su historia. En cada ciudad, en cada pueblo, se las identifica con un nombre más o menos sonoro o importante a quien va dedicada: un mecenas a quien su municipio agradece sus dádivas; al hijo ilustre o al prócer nacional, y donde  son más destacados otro tipo de favores  se las llama de los Remedios, de los Suspiros,… Aquí tú conoces la calle de las Bodegas, de la Tercia, de la Iglesia y otras. Es fácil saber dónde nos llevan las mismas. Ayer leí en un pueblo vecino un nombre más curioso, la calle “Salsipuedes”.
Seguro que cada lector conoce el devenir de sus andadas por nombres entrañables que  identifican su hogar, sus amores y sus sueños. Espero que juntos brindemos por esos añorados rincones callejeros. 

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