jueves, 16 de diciembre de 2010

La economía del conocimiento privatizada

Subiendo el ribazo de los campos del Rosillo contemplamos el paisaje de Requena. Es un paisaje humanizado, tierras cultivadas, el Canal de Castilla, la carretera, los caminos, el pueblo.

En su sencillez se nos manifiestan los dos grandes principios de la economía, los recursos naturales de la tierra, el agua, el sol, los seres vivos y la labor inteligente del hombre que no se reduce a tomar lo que la naturaleza le ofrece sino que la ayuda, la transforma.
Como la transforma se la apropia no conformándose con el fruto, al menos algunos se hacen con la propiedad de la tierra.
Han comenzado las organizaciones económicas que casi siempre degeneran rápidamente en sistemas de reparto entre los poderosos y sometimiento de los débiles: señores y siervos.
Sigue avanzando la actividad transformadora del hombre. Se desarrollan nuevos productos y se incrementan los instrumentos de producción, las máquinas. Más importante que poseer la tierra es poseer las máquinas, las fábricas, los medios de transporte y de servicios. Un pequeño grupo lo consigue quedando la mayoría explotada: burguesía y proletariado.
Como es conveniente juntar recursos aparecen el dinero, los títulos de partes de la propiedad, como las acciones y los poderosos que los controlan, banqueros, agentes de bolsa y financieros que manejan el cotarro en su provecho a despecho de la masa de ahorradores y consumidores: dueños de los mercados y marcados por los mercados.
La realidad no es tan simple. La inteligencia y la equidad también avanzan aunque no sea más que por los tortazos que lo obtuso e injusto dan a todos aún a los poderosos y así desaparece la servidumbre, después las leyes laborales, las antimonopolios, los impuestos crean las clases medias e intentan el estado de bienestar. Seguro que, tras esta crisis, por ella o por los desastres que están por venir también los muy poderosos superagentes de los mercados financieros habrán de claudicar y serán regulados y domados.
Pero ¡la que nos espera! Los poderosos se apropiaron primero de la tierra, después del fruto del trabajo, de las máquinas; hoy juegan con productos que son pura simbología formal de posesión como el dinero, participaciones, acciones, futuros.
Dicen que estamos entrando en la economía del conocimiento aunque es evidente que ésta comenzó con las primeras actividades humanas, por eso hoy estamos donde estamos, pero no es menos cierto que el conocimiento se ha elevado de forma exponencial y se han desarrollado máquinas capaces de almacenar los conocimientos, hacer cálculos sobre ellos, relacionarlos unos con otros, agruparlos y comunicarlos en un grado y a tal velocidad que en este proceso la inteligencia humana ha sido desbordada.
Nos queda la intencionalidad y la creatividad.
Y hasta ahora se había producido la apropiación de los recursos y de los frutos de la inteligencia aplicados a la producción, la tecnología, parece que ha llegado la hora de apropiarse el conocimiento en sí, la ciencia.
Sin los espectaculares instrumentos al servicio de la investigación se hace difícil avanzar al ritmo actual y estos recursos están privatizados y es posible contratar la producción de ciencia como se contrata la producción de automóviles. Y esa ciencia producida en el laboratorio y con el tiempo en la universidad será de la empresa, no de la comunidad científica.

Descendiendo la cuesta del Rosillo en que todo parece fácil y sencillo, mi socio y yo estamos asombrados por las capacidades prodigiosas de la inteligencia, por la complejidad extrema de los comportamientos económicos, por las barbaridades e injusticias que pueden cometerse y por la difícil y costosa rectificación que sí suele producirse.

1 comentario:

  1. ¡ya solo nos falta eso, que hasta el conocimiento se privatice!

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