jueves, 3 de marzo de 2011

La libertad de los hijos de Dios

Iglesia Parroquial de San Miguel
Requena de Campos
Somos afortunados. Mis socios y yo gozamos de espacio y tiempo. Disponemos de alimento y cobijo.Y podemos salir libremente al campo y discurrir sin trabas por todo lo divino y humano.

Hoy cabilamos sobre el bajo perfil del que goza la Iglesia cuando no se tiene de ella una opinión muy negativa. Se la confunde con sus jerarcas y se dice que son dogmáticos, obsesionados por el control de la sociedad a través de la exigencia de una determinada moral y el dominio de las conciencias.
No hay mejor opinión sobre los creyentes, a quienes se les considera pusilánimes, sometidos a preceptos y a normas, menores de edad tutelados por el clero. Otras veces se les considera farsantes.
No parece pues, que se vea en la Iglesia el reino de la libertad. Sin embargo el evangelio se presenta como un mensaje de liberación, tanto en la misión de Jesús como en las bienaventuranzas dirigidas a quienes le siguen y donde se proclan bienaventurados los pobres, los mansos, los que lloran, los que padecen hambre y sed, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos, los que padecen persecución pues de ellos, se dice, es el reino de los cielos, ese reino de paz y justicia que Jesús vino a proclamar. Los jerarcas y los creyentes que no anuncian esta liberación y actúan para conseguirla están lejos de Padrenuestro en que se pide que se haga la voluntad de Dios en la tierra como se hace en el cielo.
Pero todos tenemos nuestros propios demonios interiores que nos arrastran a buscar en el dinero, en la preeminencia económica, social, familiar o política un medio de dominio o de imposición sobre los demás. Mucho peor es instrumentar la religión como arma de dominio y la tentación es grande de sentirnos pequeños dioses dictando normas y anunciando condenas.
La actuación de Jesús es siempre de ayuda a los afligidos, misericordioso con los fallos humanos. Reserva su condena para los que pervierten a los niños y para los condenadores, escribas y fariseos que exigen, no a sí mismos, sino a los demás el cumplimiento riguroso y despiadado de la “Ley
Si la Iglesia católica española da esa doble imagen de Jerarcas dominadores y fieles sometidos, bienaventurada la opinión pública que con su actitud crítica pone en evidencia los fallos.
El seguidor de Cristo se siente hijo de Dios con la libertad que da el tener un padre bueno y misericordioso, de un Dios que es amor.
La vida humana no es mas que la lucha individual y colectiva por la libertad, por ser dueño de su destino, enfrentándose a la necesidad, a la enfermedad, a la esclavitud, sin vencer nunca del todo y sin rendirse hasta el dia de la muerte.
El cristiano cree que ese momento, que parece el del fracaso definitivo, es el día del abrazo del Padre para él y para todos los que optaron honradamente por la justicia y el amor y dentro de nuestros límites , por fin, seremos libres.

1 comentario:

  1. Debería leerlo Rouco Varela, aunque sabiendo lo que opina del mundo de las redes sociales y de la red 2.0, me extrañaría.

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