miércoles, 18 de julio de 2012

A huebra o gambitos


Chindas, no des saltos de alegría al verme cruzar la verja porque no voy a sacarte a la calle. No, no me puedes acompañar hoy porque el Sr. Alcalde ha convocado a todos los vecinos (excluidos los de raza canina) para informarnos de la necesidad que tiene nuestro municipio de que  unamos nuestras manos, arrugadas por el paso del tiempo, y que juntas remediemos los males de la economía local con pequeños trabajos de carácter graciable.
El deplorable aspecto de las zonas ajardinadas por la falta de lluvia y de cuidados ha llamado la atención de propios y foráneos contrastando con los floridos balcones particulares bien cuidados, llenos de surfíneas, gitanillas y geráneos;  reclamando con la voz de los cardos y maleza la solidaridad, el ayuntamiento o ajuntamiento  de todos a quienes nos gustan las flores frescas y lozanas, la limpieza y el orden en nuestras calles y plazas.
Queremos rosales sin hierbas secas que comen y tapan su belleza, césped cortado al rape o al uno, verde alfombrado; setos acicalados en la barbería que pode sus ramas para poder lucir cara de domingo.
¿Sabes? La crisis va a ser buena para algo si ante la necesidad nos unimos y como años ha, el pueblo llano hace trabajos comunitarios sin ánimo de lucro. La faena es denominada a “huebra”, bueno a mí me gusta más a “gambitos”, ¿verdad que es más musical el localismo éste? aunque no sé muy bien porqué este lance de ajedrez tiene esa connotación de unión, de voluntariado para conseguir un fin ventajoso para todos.
Fíjate Chindas, hemos salido de esta reunión mirando con otra mirada a las espigas resecas que sueltan sus yescas salvajes  adheriéndose  sin piedad a nuestra piel o calzado. ¿Hablaban tal vez de su necesidad de dejar de mirar al cielo y querer tenderse para dormir hamacadas en morenas o festivos montones?
El verano trae consigo la cosecha del esfuerzo de la siembra, la claridad uniforme del cielo castellano, el canto de los grillos, las bandadas de pájaros a los que tú persigues sin dar alcance. Tus ojos, mi querido perro, se abren y brillan en esta época de calor de un  modo especial y buscan los míos para no perder el diálogo.
Bueno, deja de saltar que con tu gran fuerza vas a tirarme al suelo. Es tan relajante tu compañía y tus ganas de vivir que apoyar en ti mis vivencias es un lujo que, desde que estamos  aquí, tenemos el privilegio de gozar juntos de todos esos espacios comunes y de amplios apartados de sosiego. Ya verás lo bonito que va a quedar nuestro pueblo  cuando todas las manos  seamos  el símbolo de la ilusión, del trabajo vestido de gala porque de cada casa esas manos son las mejores que se funden con la colectividad. Deséanos  ánimo y haremos más bonito el mundo que nos rodea porque seremos felices de ser útiles y que hayan contado con nosotros.
P.D. Según mi socio perruno, se emocionó la semana anterior cuando un lector de este blog llamado José C. a quien no tiene el gusto de conocer, le hizo un comentario. Gracias por el detalle.

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