jueves, 19 de septiembre de 2013

SILENCIO ATRONADOR

Un año más llegadas estas fechas, los pueblos pequeños pasamos a ser dominados por la soledad del silencio y tu y yo amigo Chindas volvemos a reflejar su impacto en nuestras vidas. Es tan denso el silencio por las noches que tus ladridos en las manillas del reloj de la torre hacen eco y dormir se convierte en un enigma de pensamientos cruzados, agrandando los ojos en la oscuridad temerosos de ruidos extraños cual mirada gatuna expectante.
¡Bueno, no ladres solo porque nombro al felino!
En este desasosegado duermevela el silencio se torna atronador, el aire lame las calles con cautela y el vacío se extiende por doquier.
Silencio, nada, latido oculto revestido de soledad, párpados cerrados de descanso merecido y no hallado. Silencio, limpieza del alma, profundidad y levitación a un mismo tiempo, teoría del vivir y morir en la grandeza de tus palmas.
Me dice una vecina que el silencio huele a otoño, me resulta una frase con enjundia y aquí la dejo para deducción de los lectores. Sigamos, mi perro amigo, sumidos en el misterioso silencio que los días sin luna llena de sombras tu corral y nuestro mundo rural, rural, en el que todavía huele a paja yacente en las tierras y comienzan las cocinas de leña a expandir su olorcillo a humo, nos lleva  a épocas de bullicio. Evocar, caminar entre nubes pardas intentando adivinar entre las pocas estrellas que emiten su luz el tesoro que ocultan el silencio y la noche. Cómplices enamorados, uno mudo y la otra con velo cubriendo su rostro, caminan de la mano. Adentrémonos más allá de esa imagen errante tan conocida buscando en el trasfondo de la misma la grandeza que subyace dentro de ella, la paz tan codiciada por quienes su sosiego carece de realidad. La urbe roba el silencio de sus vidas, su día a día acompañado por extraños oculta en lo más profundo el recuerdo gozoso de la amistad sencilla que en las aldeas habita y recibe con cercanía.

Silencio que atormenta cuando el vacío se hace sima, pero bendito silencio el que permite recrearse en las pequeñas cosas que murmuran esperanza.

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