martes, 10 de octubre de 2017

RETORNO


Acabó el verano y con él la soledad llega con su maleta cargada para almacenar en el baúl los trajes de la alegría infantil y juvenil.

Mientras recorro las calles vacías, oigo el silencio iluminado por la luna. Una nubecilla se coloca a su lado queriendo salir en la foto de mi mirada. El cierzo, celoso del color de las flores que penden aún de las ventanas, rapta a algunas dejándolas caer, en pleno vuelo enamorado, marchitas al borde de las aceras. Veo sus pétalos doloridos entre el polvo de una obra vecina. Las estrellas rilan sus diminutos rayos embelleciendo la noche.


Llego a casa, corro el cerrojo de la puerta quedando trancada ésta dando seguridad al reposo. Una paz sin parangón mece el sueño de todos los vecinos. En el patio, Chindas cela la noche.

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