jueves, 25 de agosto de 2011

Ni en la guerra todo vale

Caminábamos remoloneando por la margen derecha del canal aprovechando la sombra de los chopos y esperando que el sol se ocultase tras el pequeño páramo al noroeste. En ese momento, desde las proximidades de la charca del Juncal salió corriendo un joven corzo en busca del páramo. La carrera que emprendí tras él fue extraordinaria, a media cuesta del páramo, primero hacia el oeste y volviendo luego hacia el este, sus buenos centenares de metros a la vista de mi socio.

No corría por el sustento, ni el corzo por su vida ya que es más veloz que yo. Fue una bella carrera deportiva en que ambos dimos rienda suelta a nuestros instintos y descargamos nuestras pulsiones naturales.

Los hombres tan combativos y violentos, dados a lo largo de los tiempos a la guerra, han entrado en parte en razón poniendo límites y reglas a los enfrentamientos. Ni en la guerra todo vale.
Siguen siendo competitivos, les gusta enfrentarse y conseguir la victoria y se ha sustituido la épica militar por la belleza dinámica del deporte que se practica profesionalmente y es contemplado y seguido con pasión.
El último partido del Barça y Real Madrid fue de una calidad, de una intensidad y de una belleza solo comparable a mi carrera con el corzo, pero el espectáculo final de enfrentamiento general, rompiendo toda norma fue denigrante, e irracional. Se supone que el deporte es la sublimación racional del instinto del animal cazador y territorial que es el hombre. Pues en eso acabó el partido en un enfrentamiento animalístico ante miles de aficionados presentes y millones de telespectadores. Nosotros palurdillos esperábamos que la información posterior nos depararía noticias como como que el Real Madid había sancionado a su entrenador con la suspensión temporal de empleo y sueldo por hundir la reputación del club agrediendo alevosamente el ojo del segundo entrenador del Barça. Que el jugador agresor iniciador del oscuro enfrentamiento correría la misma suerte. Que el Barça también había sancionanado a ese segundo entrenador por haber respondido de forma igualmente alevosa a la agresión. Que ambos entrenadores habrían al menos sido amonestados con próxima suspensión de no alecionar a sus plantillas.
Nos imaginábamos que directivos y aficionados del club blanco habían reprochado a su presidente el buscar el triunfo a cualquier precio, apoyando a entrenador y jugadores tan desquiciados y que de seguir por ese camino el presidente debería retirarse o ellos se apartarían por dignidad.
Pero no se observa una reacción social ética y deportiva. Jóvenes y niños están aprendiendo que lo importante es el triunfo y el dinero que lo premia y lo consigue y que a lo máximo basta con afirmar que todo esto es natural fruto de la pasión deportiva y lo demás son pamplinas.

Mi socio me dice que prefiere mi espíritu deportivo, que tiene más dignidad y gracia aunque no triunfe en la carrera.

1 comentario:

  1. Luego pretenden que eduquemos a los jóvenes con la práctica del deporte. Aunque pensándolo bien, el futbol profesional tiene poco de deporte y mucho de espectáculo.

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