jueves, 10 de noviembre de 2011

¿A la caza del voto?

En la fresca mañana del domingo suenan los disparos de escopeta. Está abierta la caza. Asì que salgo tarde, casi a la puesta del sol. No hay que estorbar ni a los cazadores ni a sus perros.

Y si los cazadores se hacen dueños del territorio, los candidatos a las elecciones del día 20 campan a sus anchas en las calles, plazas y lugares de reunión, en los medios de comunicación y en internet. Están a la caza del voto y estos días, el mundo real y el virtual les pertenecen.

Y llegados aquí, lo mejor sería cerrar la página y hasta otra ocasión, pero, ¿quién se resiste a intervenir en el ruido y estruendo de este barullo? Como los chiguitos de escuela a los que el griterío les excita y todos compiten para ver quien chilla más y mejor. Pues a chillar.
En la política se actúa como en culquier otra actividad de un conjunto determinado de personas en el que aparecen los grupos, subconjuntos dirían los matemáticos, por esa necesidad de los humanos de integración y pertenencia de la que hablan psicólogos y sociólogos. Como en la actividad futbolística aparecen los equipos y sus hinchadas, y estas serán fieles a su equipo más allá de toda racionalidad, aunque se pierda o se tenga a un entrenador incordiante como Mou o un pasmadote. En todo caso la mayoría se intergra en los equipos dominantes, PP o PSOE aunque queden hinchas para equipos más pequeños,
Si un partido compite como dominante, llena los estadios. Si dos tienen posibilidades iguales de victoria, se llenan las urnas. Si uno está en horas bajas su hinchada se retrae y permite a los pequeños hacerse notar.
Las hinchadas son pasionales, pero habrá personas que aunque tengan sus preferencias sentimentales, apreciarán el buen deporte, la generosidad de los contendientes y la caballerosidad.
Lo que pasa es que el fútbol es un juego pero no lo es la política.
En esto de las elecciones se muestra el mundo al revés. Así se nos ofrecen las papeletas de voto como un producto de consumo y los partidos nos ofrecen las suyas como un contrato de servicios de gobierno, como una campaña publicitaria. Mucho eslogan brillante, mucha imagen, rostros de candidatos y candidatas atrayentes y maquillados, mucho machacar y, como está permitido atizar a las marcas contendientes, abundantes injurias y barro, mucho barro.
Pero la realidad debería parecerse más a la elección de los dirigentes de una empresa, de la empresa nacional, en que todos los ciudadanos son accionistas y los candidatos deberían estar obligados a presentar se curriculum, sus intenciones y los pasos que piensan dar para conseguirlo. El ataque a los otros candidatos debería estar penalizado llegando en su caso a la descalificación y solo los accionistas habrían de poder presentar sus peros y descalificaciones.
Bueno ya se ha añadido algo al ruido, pero antes de acabar, los indignados de Requena de Campos protestamos por el lenguaje discriminatorio secular, mejor dicho milenario, que supone el uso de palabras como politia, propio de la polis o ciudad , o la de ciudadano. Es una discriminación superior a la de género. Las villas, pueblos y aldeas ¿no contamos? Ya es hora en el tercer milenio de un lenguaje socialmente correcto. Se ha de decir polítia y pueblítica¸ pueblanos y ciudadanos; o una palabra neutra como la paisítica y los paisanos. ¡Igualdad ya¡

2 comentarios:

  1. Espero que al menos los candidatos no nos peguen un tiro como si fuéramos vulgares perdices. Era lo que nos faltaba

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  2. Yo, por si acaso, procuro poner cierta distancia entre ellos y yo.

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