jueves, 1 de diciembre de 2011

Recortes sí, pero...

Domingo, doce de la mañana. Están tocando a misa y mi socio no espabila; así que le advierto con sonoros aullidos. Sale un momento al patio y me dice que no sea tan aparatoso, que después ya hablaríamos de la función.

Hoy, con David, el sacerdote, ha asistido una oncena de fieles a misa, la mayoría del pueblo. Es el primer domingo del año litúrgico, primer domingo de adviento y el celebrante (los celebrantes de Requena son modélicos) ha hablado de estar atentos, ha citado al Vaticano II: atentos a los signos de los tiempos, así que miramos a estos tiempos de crisis.
Y no está nada mal que los cristiano analicen los problemas a la luz de la fe, de las bienaventuranzas, de la hermandad de todos como hijos de Dios. Tampoco puede estar nada mal que los no creyentes procuren también responder a tiempos tan duros dentro de la tradición cultural de occidente donde los valores de libertad, solidaridad y justicia han inspirado a todos; a pesar de tropiezos, frustraciones e incongruencias.
¿Fallará ahora esta aspiración? Parece ser que los principios económicos del capitalismo, que se consideran científicos y, por consiguiente, positivos, divergen de dichos valores: competitividad y no solidaridad, reparto por valía y resultados y no reparto justo, imposición de los fuertes y poderosos y no libertad de los seres humanos más débiles.
Pues, por lo que se ve, las consecuencias económicas de esta visión no son nada alagüeñas. Millones de parados, jóvenes maduros sin porvenir, contracción de la mayoría de las rentas y países con el agua al cuello. Y para flotar en esta agua turbulentas, tirar lastre, recortes, sacrificios, paro, pobreza.
Ha habido elecciones y Alfredo P. con los socialistas han tenido siete millones de votos, cifra nada desdeñable; pero han perdido más de cuatro millones con respecto a las anteriores elecciones. ¿Dificultades de la crisis? Eso parece, con el aumento del paro, con la reducción del salario de los funcionarios, con despido más fácil, con pensiones congeladas... Pero, era preciso hacerlo o estaríamos como nuestros vecinos portugueses, mucho peor.
La masa de la población, no siempre suele ser juiciosa. Sabe que hubo una década de crecimiento admirable donde las familias se endeudaron por treinta o cuarenta años, se endeudaron las empresas y se endeudaron los bancos, no el Estado que mantenía unos presupuestos equilibrados. Fue hermoso mientras duró y vino la crisis y los recortes, y la población lo puede entender aunque sea doloroso; lo que no comprende es el reparto desequilibrado de los sacrificios.
El espectáculo de directivos de cajas y bancos con sus sueldos incrementados, sus jubilaciones asombrosas y el blindaje en los despidos. Las grandes empresas ganan como nunca y cotizan menos que nunca. La evasión fiscal y los paraísos fiscales gozan de magnífica salud. Durante el gobierno de José Luis R., las diferencias entre clases altas y bajas se han disparado. España no es un país socialmente justo, por más que el gobierno haya conseguido, de momento, mantener el estado básico de bienestar.
El hecho es constatable: el PIB no ha decrecido este año, pero no ha ido al Estado que recauda menos ingresos y se ve obligado, ahora sí, a endeudarse; tampoco va a los parados ni a los jubilados ni a los trabajadores ni a la mayoría de los autónomos ¿Dónde ha ido el dinerito, a qué bolsillos, a qué paraísos fiscales?
El aumento de las diferencias es negativo para la economía. El incremento de las rentas bajas y medias va al consumo de productos básicos, industriales, servicios y promueve la actividad. El incremento de las rentas altas, a bienes especulativos; se incrementa el valor del oro, de las joyas, de las obras de arte y de los pisos en el centro de Londres y eso no estimula la economía. Si José Luis y Alfredo y compañía reconocen el lado oscuro de su actuación, habrá reconciliación. Es cierto que Alfredo, inteligentemente, ya en su campaña expuso medidas de recorte que atañían a los poderosos ¿Por qué no reconocer el injusto pasado?
Mariano R., se admiten los recortes siempre que empiecen por los registradores de la propiedad y nunca pierda de vista los valores que dice profesar de la cultura cristiana; y Ágela M ciertamente que no es profeta de estos valores.

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