jueves, 23 de febrero de 2012

Tarde de milanos

Sobre las seis de la tarde hemos salido atravesando las eras hacia el Canal. En el espacio que hay entre éstas y el canal, se habían congregado más de treinta milanos que volaban girando pausadamente, ofreciendo con sus figuras un agradable y hermoso espectáculo.
¿Qué hacían? Tal vez el sitio sea una buena zona de caza de conejos y topillos; tal vez solo buscaban la relación, el encuentro; tal vez preludiaban los emparejamientos; o quizá la caza era un pretexto para el encuentro y la preparación de los emparejamientos.

Elucubraciones sin base al no ser ni expertos ni observadores habituales de los milanos. Pero, puestos a elucubrar, a Sevilla dirigimos nuestra mirada pues en ella se han reunido en poco tiempo los mejores y más distinguidos de las dos especies de aves de presa que son los congresistas, los del PSOE y los del PP. Y valga la expresión de aves de presa en el sentido de que aspiran, ambicionan y luchan por tener en sus manos la vara del poder.
Han elaborado ponencias sobre las líneas y las medidas de actuación política. La mayoría de los españoles y aún de los afiliados poco podrán recordar de ellas. Los periodistas tampoco se han distinguido por trasmitirlas. Ahora bien, todos se han enterado de que Rubalcaba adelantó a Chacón en la misma línea de llegada y que los delegados del PP respaldaron unánimemente a Rajoy y al equipo que este presentó. Y todo esto sucede en el momento de conmoción económica que nos tiene a todos a mal traer.
Las cosas son como son y lo importante y por ello llamativo es el poder, el que lo posee y el aspirante como las dos caras de la moneda. Así ha sido en todos los tiempos ya que toda sociedad organizada precisa de la autoridad y ésta se formaliza; y de grado o por necesidad ha sido aceptada y consentida ya se tratase de oligarquías o de monarquías.
La razón y el progreso han acabado diciendo que el poder reside en el pueblo y esto pide más que la aceptación, el pacto y el consenso. Así de bonita es teóricamente la democracia.
Es indudable que el gobierno democrático real es aceptado por la mayoría de la población, pero esta no percibe realmente que su voluntad cuente, que las medidas de gobierno surgen de su voluntad.
El poder del dinero con la necesidad económica, el poder intelectual con sus invenciones, tecnologías e ideologías con la credulidad de la gente, el poder de los medios de comunicación y de quienes dominan las noticias consiguen que aupemos al poder a los gobernantes con nuestro voto y aceptemos una autoridad que se siente más ligada a esos poderos fácticos y a otros que a la  voluntad de quienes dice representar.
Se asemejan los partidos a las congregaciones y órdenes religiosas, que consagran su vida al servicio de su fe. Así los militantes de los partidos consagran su actividad a su credo político. Y si es explicable que los religiosos sacrifiquen en aras de sus creencias hasta su propia decisión con el voto de obediencia, es menos comprensible la disciplina férrea y la servidumbre obsequiosa con el que manda y su exhibición impúdica al considerar este comportamiento el modelo ideal del fiel militante.
Mi socio quedó prendado del vuelo acorde y no obligado de los milanos y suspira por la acción acorde pero espontánea de los militantes que construyan una voluntad política de acuerdo siempre con la voluntad de los ciudadanos y en continuo dinamismo, como la vida que no se anquilosa.

Desde un pueblo nos unimos al eslogan de los amigos del 15 M Democracia ya. Aunque como no se ganó Zamora en una hora nos ilusiona que comience ya un poco más de voluntad del  pueblo y un poco menos de poderes fácticos,  un poco más de servicio del gobernante y un poco menos de dominación.

2 comentarios:

  1. Chindasvinto y tú, querido compañero, sois unos utópicos. ¡Suspiráis por lo imposible! Seguid disfrutando del paisaje y del vuelo de los milanos. Saludos

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  2. "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar"
    Eduardo Galeano

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