viernes, 12 de octubre de 2012

VIVIR en “la marca España”

Chindas, me pregunto si merece vivir en esta España que cobija nuestra existencia cuando cada día comprobamos que nos rodea un estercolero, o es mejor vivir en las nubes.

Con vaqueros y camiseta, generalmente de regalo publicitario, damos a nuestro palmito la oportunidad de andar por calles o zonas peatonales. Con nosotros se cruzan miradas lejanas, roces de silencioso pasear. Se camina llevando un trozo de historia en la mochila interior y oyendo el latido quejoso de una existencia gris porque nos han robado la caja de colores.

España, amigo Chindas, es daltónica desde hace unos años y de un tiempo a esta parte un poco insomne también. Ya no es sinónimo de equilibrio, de paz y bienestar. Agobia el contagioso roce de la intranquilidad, de la apatía y de la falta de interés en ser español comprometido en sacar adelante esta gran familia, comenzando en aportar cada uno el intento de acallar críticas, de ser al lado del vecino, positivo y solidario. Es deseo de todos que nada ni nadie vacíe nuestro corazón de españoles.

Cielos iluminados que recorren la clase del color intentan endulzar el paladar de los ojos. Arroyos, espejos naturales reflejan el devenir de la vida ajenos a la convivencia de la necesidad económica y de ideales. Cuerpo y alma de un todo.

Gente habemos que pesarosos por el poco asfalto (equilibrio, justicia, alegría) que aísla nuestros pies del lodo maloliente, miramos a las nubes como un paraíso donde dirigir nuestros deseos de habitabilidad. Observamos su idílica apariencia que grácil y pasajera está por encima de los errores humanos y no se detienen nunca en aconteceres negativos.

Pero, he ahí, querido Chindas, que pretender encontrar en ese espacio la felicidad añorada no es tal, porque si te detienes a remirar su cielo la risa no la encuentras en su haber, ellas sólo saben llorar cuando su corazón se carga de pesares.

¿Dónde mirar entonces?, comprobada esta realidad sólo se halla en el interior de uno mismo; releyendo los papeles guardados en esa carpeta vieja y usada de los años, encontraremos lo positivo anotado en ellos que nos ha llenado de alegría. Leer entre líneas lo que escribimos, los besos y caricias; ese abrazo entrañable que da lustre a sus páginas y con lo poco o mucho que hemos poseído intentar albergar la esperanza de volver a reseñar letras que nada ni nadie podrá borrar.

España con nosotros volverá a la plenitud de un nuevo amanecer, cada día un niño nace, una mirada se enternece; el aliento de gozo que perdura en ese momento siempre será VIDA a nuestro alcance.

La gallina con su cloquear, el pájaro con su piar y tú, mi buen perro, cuando tu canto es ladrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario