jueves, 1 de agosto de 2013

EL COPAGO UNIVERSITARIO

Fachada de la Universidad de Valladolid
En la vida conocer, sentir, querer y actuar es un continuo aprendizaje. En  verano hay más personal y movimiento en el pueblo y mi corral se llena de personas que me son ajenas o apenas reconozco. ¿Qué voy a hacer? ¿ladrar para que sepan que estoy aquí y éste es mi territorio? Así lo he hecho y mi socio ha cogido un rebote supino encerrándome en mi parcela del corral y diciéndome que no se ladra a los amigos.
Ya más tranquilos, hablamos de que es preciso aprender cuando surgen nuevas situaciones. En la educación está la vía para conseguir un más pleno desarrollo personal y una sociedad más justa y solidaria.
Por eso las sociedades modernas ponen un gran esfuerzo en la formación, tanto de personal como de medios.
En concreto, en España existe la universidad pública y la forma de financiarla es el copago. Una buena parte del gasto lo asume el Estado y la otra el estudiante con la matrícula que es una parte considerablemente menor que la del gasto público.
Detrás de esto está la convicción aceptada por la comunidad de que no es posible una sociedad próspera sino es una sociedad del conocimiento; que no se pueden desperdiciar capacidades; y que la solidaridad comienza por la igualdad de oportunidades.
Pues he aquí que la nueva ley Wert, a los que no tienen posibilidades económicas para costear la matrícula, les pide condiciones especiales para gozar de la beca y del puesto universitario que paga básicamente el estado.
Consecuencia: los que sí pueden y tienen más recursos económicos siguen disponiendo de la financiación pública con menos exigencias, y se invocan problemas de crisis y falta de dotación para esta solución.
Se recorta, pues, al que no tiene y al que tiene se le da. Así la sociedad del conocimiento se reduce a los que tienen capacidad financiera, se pierden sujetos capaces y la solidaridad se ejerce con quienes la necesitan en menor grado.

Váyase señor Wert y acólitos; habrá que encerrarlos en un rincón del corral y abroncarles para que aprendan, como hacen conmigo.

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