domingo, 15 de mayo de 2011

El espíritu Mou

Nuestras salidas al campo suelen ser al caer la tarde para volver a casa con el sol ya metido. Esas dos horas de carreras mías por las tierras tienen un sabor especial, cambiante por la luz, el color, los sonidos... En estos lugares apartados llegan las competiciones futboleras y mi socio me hace volver antes, yo me resisto pero..., el Barsa y el R. Madrid, esperan en la tele.


Este año la rivalidad de los dos equipos tienen un nuevo aliciente, el espíritu Mou, sí el espíritu inconfundible del entrenador del Real Madrid. Concibe su actuación como la del derecho de una lucha total, tanto en el campo de juego como en su relación con los medios de comunicación. En el partido hay que destruir al adversario, tal vez porque advierte que la labor destructora es más fácil y eficiente, y con buenos actores, ha de resultar. Destruido el hacer del rival, alguna ocasión habrá en que sus multimillonarios jugadores consigan la meta del gol. Esta labor se acaba en el momento en que termina el partido o se prolonga en una lucha dialéctica implacable, en la que fustiga a los dos equipos, a sus entrenadores, a los árbitros y hasta a sus propios directivos si no le apoyan en su actuación.
Deportivamente ha tenido éxito llevando en pocos años al triunfo europeo a equipos portugueses, ingleses, italianos..., pero tal vez la tensión que genera es insostenible, de ahí su poca duración como entrenador en esos equipos a pesar de sus triunfos.
Sin embargo en ese tiempo consigue amplio apoya en directivos, jugadores y afición ya que hombres y lobos, aunque algo domesticados en el trascurso de los tiempos han formado grupos enfrentados en su lucha por la vida.
Bueno, el deporte es un juego al menos para los aficionados, no para jugadores profesionalizados, que del resultado de estos enfrentamientos dependen sus ganancias y posibilidades de fama, poder y seducción.
Más preocupante es cuando el espíritu Mou de destruir, que genera total dialéctica, se lleva a otros campos, como la política, en que la convivencia ciudadana necesita de la cooperación del grupo para conseguir objetivos, sociales, culturales, y sustituye la colaboración y la crítica constructiva, por la demonización del adversario. La confrontación no ayuda nunca, menos en situación de crisis.
Esta situación estresante promovida por los líderes políticos están generando dos consecuencias lamentables, una las que siguen los aficionados emocionales compulsivos y otra los que se toman a chirigota y se rien de la dialéctica partidista o pasan, simplemente.
La reación pasa de querer barrer a dirigentes insensatos, modificar la ley de los partidos y al menos mantener una crítica racional y justa. Tal vez, algún día. No renunciemos a la esperanza.

Ya han pasado los cuatro encuentros y volvemos a nuestras andanzas más relajados. Hoy veníamos comentando el sobreseimiento judicial de Marta Dominguez, en el tema de su dopaje. ¡qué fácil es dar aquiesciencia a actitudes destructivas! En nuestros diálogos llegamos a dar por probable que la campeona, en su última época, se pudo ayudar de sustancias prohibidas. Nos sentimos avergonzados y deseamos que sus méritos deportivos brillen con plenitud de nuevo.

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