jueves, 16 de junio de 2011

Justicia americana

He estado algunas tardes bastante alterado. La primavera que la sangre altera está muy avanzada, y una perrita de la vecina manzana me encandila. Mi socio parece más permisivo y no me riñe si después del paseo no entro directo al corral. Anoche la pasamos ululando ansiedades y me he pasado la mañana en la calle al encontrar la puerta abierta. Para que comprobasen mis socios el motivo plausible de mi ausencia, he trataído la perrita al corral.


Mi experiencia nos ha llevado a recordar el explosivo asunto del director del F.M.I., pero como somos serios y reflexivos rápidamente hemos pasado a hablar de un par de aspectos de la justicia americana.
El primero es que en buena medida la justicia democrática, abierta a la información y a la opinión crítica, se ha convertido en una justicia espectáculo. El presunto delincuente sexual, bajado de un avión y conducido esposado por la policía ante el juez, es mostrado ante las cámaras, los periodistas y el público. Todas sus comparecencias legales y su vida se desarrollan frente a los medios de comunicación que transforman al acusado y a la acusadora, a los jueces, fiscales, abogados defensores y acusadores, en actores de esta comedia de la vida. La justicia parece el pretexto, las bambalinas del teatro en que el argumento verdadero es solo la trama del espectáculo .
Por cierto que la mayoría de los actores se sienten muy satisfechos de su papel y creen que el aplauso del público rubricará su actuación y, como esta es muy interactiva, el público cumple excitado el papel de los coros griegos.
El segundo es que el derecho a la equidad, a la defensa y a la posible reparación del daño causado está dominado por el dinero. Estamos en una justicia capitalista. Los mejores estudios de abogacía para acusación y defensa preparan sus astronómicas minutas. El acusado espera librarse de enormes compensaciones monetarias contratando ese estudio de abogados y la presunta ofendida espera pagar a los suyos con esas compensaciones. Los que mueven el dinero esperan con él conseguir todos los recursos legales para colocar en el platillo de la justicia que compense y venza a los recursos del adversario.
¿Y si no hay dinero? Supongamos que el presunto agresor fuese el último de los botones del hotel y la presunta agredida, la ultima empleada de la limpieza. Adiós espectáculo, adiós estudios de abogados, adiós posibles compensaciones. Es hasta posible que no se hubiese cursado la denuncia . Esperamos que no fuese el adiós a la justicia aunque en este caso la dama de la venda en los ojos sería una pobre señora dura y desganada.
No es bueno el ejemplo de estos aspectos de la justicia americana. Somos un país democrático y bastante capitalista y tenemos siempre a la vista los modelos yanquis. Cada vez más se montan espectáculos a cuenta de la justicia, los procesos se engrasan con buenos abogados que cuestan una pasta y las compensaciones económicas engordan las ubres de ese proceso de las que chupar.

¡Cuánto más provechosa que la justicia espectáculo y la justicia capitalista sería buscar la justicia liberadora de la biblia, en que los pobres, los avasallados, los ofendidos encontrasen en la justicia la fuerza de la razón y de la dignidad ante la fuerza de los poseedores de la astucia, la violencia, el poder y el dinero!

¿Aspiramos a una justicia realmente liberadora?

2 comentarios:

  1. Y en estos casos, ¿dónde queda el principio constitucional de la "presunción de inocencia"?

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  2. Un ejemplo palentino: Marta Domínguez

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