domingo, 24 de julio de 2011

Doctrina y derecho

Hemos estado unos días regando la chopera. Por ello he tenido la oportunidad de salir de mañana y tarde y disfrutar de espacio, de agua y sol. Al volver a casa me he hecho el remolón y mi compañero, nunca mejor dicho pues compartimos el pan, ha impartido doctrina: “como socios, salimos juntos y volvemos juntos" y ha recordado la norma: "al que no entra se le cierra la puerta por tiempo indefinido”.


Y en razón de lo acontecido hemos entablado nuestro diálogo y es que la doctrina y el derecho son dos hechos claves y constitutivos de las sociedades humanas. Hoy, las democracias se basan en una doctrina sobre los derechos de las personas, sobre el principio de representación y sobre la división de poderes y después se establece toda la regulación del derecho.
Pero no ha ido por ahí nuestra reflexión, y que nos perdone el señor obispo, sino que ha ido sobre la doctrina religiosa y la normativa eclesiástica. Es normal que la iglesia, como cualquier otra sociedad, tenga una doctrina y un derecho propio. Se dice que la “sana doctrina” la fija el magisterio eclesiástico y la normativa sus autoridades religiosas. Vale. Ambas parecen el resultado muy humano de la necesaria organización de esta sociedad. Pero no son ni la razón de su nacimiento ni el objetivo de su existencia y cuando se convierten en algo frío y desalmado degeneran en hechos monstruosos como el de la inquisición que perseguía el mantener la sana doctrina de la iglesia y se dio normas que permitieron juicios y sentencias espeluznantes y bochornosas y mucho más anticristianas que lo que defendían los perseguidos por ella.
Es posible que ciertas autoridades religiosas piensen que su misión es garantizar que todos sus fieles y aún los que no comulgan con sus creencias sigan la sana doctrina, doctrina que va más allá de las creencias de fe y se extienden a múltiples derechos y “verdades” naturales.
Piensan también que han de defender a ultranza el cumplimiento y el acatamiento riguroso por parte de clérigos y laicos de la legislación canónica sin permitir siquiera que alguna de sus normas se cuestione.
Como es natural, la población siente que la iglesia que predican estos pequeños inquisidores les ahoga, o al menos les es fría y sin estímulo. Y ahí están las consecuencias.
Qué diferente es la consideración que se tiene sobre quienes dan testimonio del amor de Dios Padre, de la salvación que nos trajo Cristo anunciando el Reino de la justicia y que impulsados por el espíritu divino viven la fraternidad de todos los hombres en la dignidad de hijos de Dios especialmente con los desposeídos, los perseguidos, los despreciados. Estos creyentes no dejan indiferentes, encuentran en su camino a los hombres de buena voluntad y la inquina y la persecución de quienes detentan riqueza, inteligencia y poder al servicio exclusivo de sus intereses.
La comunión de los fieles con su obispo y de este con sus fieles no está primordialmente basada en la doctrina, y menos en el derecho sino en Jesús y en su mensaje y en la vivencia de la bondad de Dios y del Reino.
A veces el alejamiento de la iglesia no es tanto un alejamiento de Dios, sino al abandono de una iglesia pecadora e inquisitorial que como tal se aleja de su fundador y qué se puede esperar más que los sencillos y limpios de corazón se alejen, mientras los ricos egoístas y los poderosos sin escrúpulos ocupen su espacio.
¡Dios! ¡Qué cosas se nos ocurren!

En las relaciones entre mi compa y yo sí hay doctrinas y normas pero sobre todo nos tenemos ley, es decir nos apreciamos y estimamos y por supuesto nos guardamos fidelidad.

3 comentarios:

  1. Me pregunto qué reflexión habrá hecho tu compañero. Lo más probable es que haya soltado cuatro ladridos a la puerta de la Iglesia.
    Saludos y buen verano.

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  2. Esa "otra iglesia" de la que hablas es casi invisible, por desgracia para muchos creyentes solamente se ve la de los jerarcas. ¡Qué bien los has descrito! Su objetivo, más bien su obsesión, es imponer sus puntos de vista y formas de entender el mundo a todos, sean creyentes o no. En el fondo de sus conciencias, añoran el modelo de iglesia-estado, el modo de al gunos paises árabes en la actualidad, y de España y casi toda Europa en el medievo.

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  3. Algunos cristianos estamos ya un poco cansados de tanta crítica a los dirigentes de la Iglesia Católica, y olvidamos que la organización de la misma es jerárquica, porque así lo quiso Jesucristo en su constitución.
    Hacer el bien a nuestro ssemejantes está bien y es necesario, pero también lo es respetar y acatar el magisterio de la Iglesia, encarnado en el Papa, los Obispos y el clero.
    Y el que no esté de acuerdo con este magisterio, está fuera de la Iglesia, por muy caritativo y solidario que sea. Trabajará con los pobres y desposeídos, y será bueno, pero no lo hará desde la Iglesia Católica, sino desde una perspectiva puramente humana, que tampoco digo que sea malo, pero será desde "fuera" de la Iglesia.

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