jueves, 28 de julio de 2011

No es cierto

Estamos en plena recolección. El campo no es el bucólico lugar donde se oye el rumor que produce el aire en la fronda de los árboles del canal, ni donde se oye el trinar de los pájaros. El ruido de los tractores y de las cosechadoras no permite oírlo. Ruido de máquinas y ruido de información. Las verdades y las medias verdades se mezclan con silencios, faroles y falsedades. Es el juego tradicional de los hombres del campo divertido e inofensivo ya que al final, de forma aproximada, todo se sabe sobre el asunto.


Más complicado es acallar los ruidos perversos que no nos dejan descubrir razonablemente qué tiene de positivo y de certeza las afirmaciones económicas. Verdad, farol, media verdad, falsedad, todo se mezcla y no es un juego ya que de este ruido dependen demasiadas cosas.
Después del paseo de la tarde, sonando en la lejanía el ruido de las máquinas, en el frescor ya nocturno del corral, recogemos ejemplos de medias verdades, que tomadas como apodícticas son escandalosamente falsas:
1ª. El empresario se juega su dinero, sus bienes por lo que el dispone, decide si amplía la empresa o la reduce o la traslada según el riesgo, la conveniencia o el capricho.
Es una verdad a medias. En cierto modo así será en el caso del pequeño empresario, del autónomo. En la empresa por acciones o participaciones se juega el dinero de los demás y aunque se juegue su puesto de trabajo, con más frecuencia juega con el puesto de los demás.
Además el empresario grande o pequeño ha asociado a su proyecto a otras personas, a los trabajadores, con los que contrae responsabilidades y que se juegan, en especial en las épocas de crisis, algo más que el dinero con el puesto de trabajo, su vida y su dignidad humana.
Empresario y trabajador se juegan mucho, y habrá que buscar el equilibrio.

2ª. Para que un país funcione es necesario que sea competitivo, de ahí la contención de salarios y la necesidad del beneficio empresarial que atraiga la inversión.
Es cierto para algunas empresas en época de vacas flacas y de forma transitoria y a condición de que el beneficio se oriente a mantener o ampliar las actividades empresariales con sus puestos de trabajo. Habrá más salarios, más consumo y más necesidad de crear bienes.
Para la economía general, y también para la mayoría de las empresas es positivo que sean proporcionalmente altos de acuerdo con la productividad pues la masa salarial empujará la producción y el desarrollo.
Unos empresarios que tengan como objetivo a medio y largo plazo mantener su empresa con bajos salarios son una rémora para el desarrollo del país e indignos de llamarse emprendedores y generadores de riqueza, porque no lo son.

3ª. El trabajador es un explotado, los empresarios explotadores.
El trabajador vago e irresponsable es un explotador, en primer lugar de sus compañeros a los que afectará su desfachatez, de la empresa a la que priva de recursos pagados y de la sociedad pues aminora el bienestar y sus compañeros que le apoyan unos memos.
Y al empresario que aúna el trabajo de todos hacia el objetivo común creativo de bienestar ¿por qué ha de ser considerado explotador?

4ª. Una empresa privada puede pagar a sus directivos lo que se les antoje pudiendo llegar, como recoge la prensa, a 1500 veces el salario más bajo.
Se justifica en que se lo gana ya que con su valía produce cuantiosos beneficios a la empresa,
¿Desde cuándo tiene tanto mérito para esas diferencias? Su mérito consiste en saber sacar provecho al esfuerzo general de la sociedad presente y pasada. Póngase a ese sujeto al margen de toda influencia social y se moriría de frío, de hambre o de ataque de alimañas por lo que los que se creen merecedores de tales emolumentos son necios petulantes, borrachos de dinero al que sacrifican su dignidad humana y la sociedad que permite estas diferencias no solo es una sociedad injusta sino en este aspecto estúpida que no ve más allá de lo inmediato. Ya es hora de que esta sociedad se organice de forma más inteligente, más creativa y por ende más justa.

Ya se ha apagado el ruido de las labores de la cosecha. Nos despedimos calurosamente hasta el día de mañana.

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